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De vuelta a Palma tras haber estado una semana en la Base España de Kosovo -ubicada en la municipalidad de Istok-, desde donde hemos intentado transmitir el trabajo y la forma de vida de un grupo de soldados españoles, entre ellos una treintena de mallorquines, destinados allí en misión de ayuda humanitaria un pueblo con -nos tememos- muchos problemas, no nos queda más que dar las gracias a todos, desde el coronel al último soldado, por las facilidades que nos han dado desde el primer momento que pusimos nuestro pies allí, especialmente el comandante Emilio Pelegrina, con quien hemos recorrido cerca de mil kilómetros (cada día, sólo yendo del hotel al cuartel y regresando al hotel recorríamos unos 50), yendo de un lugar a otro.

Gracias al citado comandante, a diario, los allí destacados en misión humanitaria, recibían noticias escritas desde España. Y muy especialmente los mallorquines, éstos a través de la edición digital de Ultima Hora, que junto con las demás, era colgada en los distintos tableros (PIO y comedores) de la base.

La última noche de estancia en la citada base, el mando de la misma, encabezado por el coronel, nos ofreció una cena, seguida de una amena sobremesa. Previamante, antes de entrar en el comedor, nos entregó una metopa de la agrupación destacada allí, «como recuerdo del paso de su periódico por esta base», y una botella de vino extremeño, ya que el grueso de la misma procede de tierras extremeñas.

Pedro Prieto