El próximo 21 de noviembre se iniciará en Palma la cuarta
edición de la oficiosa Liga Balear de Futbolín. Impulsada por la
peña Futbolín Joc Sport, esta competición pretende vertebrar a ese
gran número de aficionados al «fútbol de mesa» que reside en
Mallorca con el fin, a medio plazo, de crear la Federación Balear
de Futbolín.
Hasta la fecha hay más de una docena de equipos inscritos
pertenecientes a las peñas del bar La Espiga, bar Galdós, bar
Moyan's, bar La Bodeguilla, El Rincón de Guadix, Pub Topin's, bar
Córdoba, Mitic Café, bar El Gancho y bar Papi's. Quizás sea la
primera pregunta que se hace el aficionado medio. Pero el futbolín,
¿no es sólo un juego, un pasatiempo? Para los «profesionales»,
aquellos que viajan por toda España para asistir a Campeonatos
Nacionales que ellos mismos costean, no hay duda. «Sólo el que no
juega al futbolín puede decir que no es un deporte», afirma
contundente Juan López, uno de los actuales campeones.
El delantero insiste en la necesidad de una estrategia de juego,
de una técnica trabajada y de una buena condición física para
conseguir ser el mejor. Hay muchos datos que le dan la razón. Uno
de los más concluyentes es la universalidad de este deporte y el
gran número de aficionados que lo practica. En Alemania, Bélgica,
Italia u Holanda hay establecidas verdaderas Ligas Nacionales, que
se juegan con reglas y futbolines similares; en EE UU, el torneo de
Dallas reparte miles de dólares en premios; en Japón, Brasil,
Dinamarca, Inglaterra, Argentina también se celebran importantes
torneos.
Yayo Àlvarez
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