TW
0

El Kilimanjaro, monte legendario en el corazón de Àfrica, constituye uno de los retos más seductores para los amantes del alpinismo. Una emocionante ascensión a 5.896 metros de altura que ayer pudieron ver los asistentes a un Teatre Municipal lleno, donde se proyectó un audiovisual con música de la región tropical y diálogo explicativo a cargo de Ainhoa y Lorea, hijas del expedicionario José María Àlvarez, mas conocido como «Jopela», afincado en Mallorca desde 1969 y artífice de la aventura en la que también participaron los montañeros Jaime Borrás, Martín Ginar y José María Àlvarez. Un acto al que asistieron las empresas que han posibilitado la singladura, entre ellas el Grupo Serra, que fue obsequiada con una placa conmemorativa recibida por el director de Ultima Hora, Pedro Comas.

«El Kilimanjaro es la montaña más alta de Àfrica y la más deseada por los exploradores del siglo XX. Aun hoy en día los coleccionistas de las siete cumbres más altas de la Tierra deben dirigirse a Tanzania para acceder por sus sencillas laderas», indica con emoción «Jopela». El mítico monte, inmortalizado en el cine con el atractivo de sus nieves perpetuas, ahora en fase de extinción debido al cambio climático, ofrece una imágen cautivadora desde la sabana. La ascensión, a través de un paisaje cambiante, permite observar su rica fauna, sobre todo monos, y flora, como lobelia, brezos y cactus en sus tres primeras jornadas antes de llegar a la roca volcánica. «La llegada a la cumbre, donde la temperatura ronda en torno a los diez grados bajo cero, (40 menos que abajo, en la selva) suele premiarnos con la luz del amanecer sobre un mar de nubes que, a nuestros pies, protege la más variada y rica fauna que jamás ningún ser humano hubiera sido capaz de imaginar, sin haber visitado antes las regiones donde se asientan las reservas naturales de Serengueti y Ngogongoro.

El Kilimanjaro ha perdido su carácter solitario de la época colonial, ya que en la actualidad es un parque nacional. «Es impresionante ver de noche la hilera de luces de los porteadores procedentes de las distintas laderas», indica «Jopela». Pero a partir de los 5.000 metros conserva su carácter restringido, ya que más del 40 por ciento de los visitantes desiste en su empeño de conquistar la cima. El mal de altura, causado por la falta de oxígeno, no perdona y ahí es donde se mide la diferencia entre el excursionista y el montañero. La cumbre de Àfrica es una de las siete mayores montañas que «Jopela» se ha marcado como desafío conquistar en cada uno de los continentes respectivos. Hasta la fecha ha escalado los Alpes, el monte Kenia, los Andes, el monte Olimpo, el Atlas, el Himalaya, el monte Vinson, en la Antártida, y el Elbruss.

Gabriel Alomar