Ningún periódico lo contó, pero el día que mataron a Carrero Blanco
-20 de diciembre de 1973-, la policía llamó a la puerta de una casa
de Llubí buscando a un joven activista que se llamaba Celestí
Alomar y que estaba buscado por «propaganda ilegal». Alomar, hoy
diputado del PSOE, no estaba porque -recuerda 30 años después-,
«había puesto los pies en polvorosa». Eran otros tiempos, claro, y
todo era muy diferente. ¿Todo? Bueno, todo, todo, no. Por ejemplo,
¿de qué polémica se ocupaba este periódico en esos días? De «la
crisis energética». En la página seis de aquel día podía leerse que
«o control de la energía y equidad, o escalada de crecimiento y
crisis social».
Lógicamente, toda la portada del 21 de diciembre estaba dedicada
a informar del «acto criminal que estremece los cimientos de la
conciencia humana». La portada del día anterior es histórica y se
reproduce en esta página. En esa época Ultima Hora era un diario
vespertino y pudo publicar la noticia a primera hora de la tarde
del mismo día. Se trataba de un diario de 24 páginas donde no había
opción para analizar lo qué podía significar el atentado. La España
real y la España oficial iban por caminos separados y la actividad
política era totalmente clandestina. Si a Alomar le habían ido a
buscar ese día; a otro ex conseller, a Miquel Rosselló, le habían
sacado de la cárcel pocos días antes. La oposición no salía en la
prensa salvo cuando se «desarticulaban comandos», recuerda.
Nada hacía prever 20 de noviembre que el hombre designado por
Franco para garantizar la continuidad de su régimen, saltara por
los aires y, con él, cualquier esperanza de continuidad del
franquismo sin Franco.
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