Expertos de toda España se han reunido para estudiar cuáles son
las dificultades que encuentran las mujeres de nuestro país a la
hora de acceder al mercado laboral. Tratan de hallar el quid de
esta cuestión, que impide alcanzar la igualdad de oportunidades que
consagran la Constitución y el sentido común. Algo lejos todavía de
acercarse a la realidad, pues en estos momentos el paro femenino
duplica la tasa del masculino.
¿Razones? No hace falta ser un experto para percibir varias de
ellas y no poco importantes. La primera es esa secular mentalidad
machista anclada a gran profundidad en nuestro subconsciente que
parte de la base de que, puestos a elegir, es preferible que sea el
varón el que trabaje y la mujer la que se quede en casa, aunque
quizá esté más y mejor preparada que él. Es ésta una razón que
puede frenar especialmente a las mujeres que tratan de acceder a un
empleo por primera vez.
La segunda es ese milagro de prestidigitación que las mujeres se
ven obligadas a materializar si quieren compaginar una vida laboral
normal con una vida familiar medianamente digna. Problema que
afecta, especialmente, a las que tienen hijos y cierta edad.
En tercer lugar está el llamado «techo de cristal», que afecta a
las mujeres que tienen tras de sí una dilatada carrera profesional
de éxito y que, pese a ello, jamás alcanzan las cotas directivas
que con total naturalidad se otorgan a los varones.
Todos ellos son problemas de envergadura que ningún gobierno
sabrá resolver sin poner los medios necesarios para ello, que
incluyen, por supuesto, enormes gastos económicos públicos para
garantizar el cuidado de los niños y los mayores -que también con
total naturalidad recaen casi en exclusiva en las féminas-.
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