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Emaya ha incorporado a su flota de vehículos de recogida de residuos sólidos urbanos seis vehículos compactadores de recogida lateral de última generación, con lo cual se ha modernizado la flota de vehículos de recogida y así puede ofrecer un servicio de mayor calidad. Con este novedoso sistema de recogida lateral, se supera el clásico modelo de recogida de contenedores de residuos sólidos de 1.100 litros (los verdes pequeños), que se van sustituyendo por contenedores de mayor capacidad (3.200 litros), consiguiendo de este modo ocupar menos espacio, ya que cada contenedor de 3.200 litros de recogida lateral equivale a tres contenedores de los otros. Dichos contenedores van dotados de un sistema de apertura de doble pedal-manual, que permite al ciudadano abrirlo sin tocarlo con las manos, con cierre semihermético y con un peso que imposibilita su desplazamiento para aparcar un coche.

Noches atrás estuvimos con una brigada viendo el funcionamiento del camión. Antes de que llegue éste, observamos que pasa por donde están los contenedores una furgoneta que retira cajas y bolsas que se hallan fuera de éstos. Las funciones de recogida lateral las realiza el operario-conductor del vehículo, que a través del monitor que hay en cabina sigue las operaciones de izado, vaciado y retorno del contenedor a la posición inicial. Al rato de haber vaciado el contenedor, pasa el lavacontenedores a fin de lavarlos y desinfectarlos, lo que tiene lugar en la cámara de lavado del propio camión, a través de 14 boquillas telescópicas pulverizadoras de agua potable (puesto que la maquinaria de este camión no acepta la de tipo terciario, pues a corto plazo destruiría su sistema) con detergente-desinfectante-bactericida. El tiempo que tarda en lavarlo es de 25 segundos, y si es el ciclo completo (izado, lavado y retorno al puesto de origen), 70. Igualmente, la operación la sigue el conductor a través de dos pantallas de TV con circuito cerrado. Diarimamente se limpian aproximadamente unos 120 contenedores.

Durante el tiempo que permenecemos con ellos nos llaman la atención tres cosas: una, que en algunos contenedores encontramos aunténticas montañas de cajas de cartón. Dos, que a poco de haber vaciado un contenedor, al ir a limpiarlo, el operario extrae de él tres bolsas de basura que alguien ha depositado sin que nos diéramos cuenta. Y tres, observamos cómo un ciudadano, que ha sacado a pasear a sus tres perros, no se inmuta cuando éstos, en plena acera, defecan, por lo cual deducimos que si la ciudad se ensucia, que si la gente deja las basuras cuando le viene en gana o que si las cajas, en vez de introducirlas en los contenedores al efecto quedan sobre la acera, el culpable no es otro que el ciudadano y no el servicio de limpieza.

Pedro Prieto