«En Colombia -dijo- es evidente esta relación y si miramos hacia
Asia, vemos que en Afganistán es manifiesta la utilización del
tráfico de heroína incluso para la financiación del propio estado».
Para el juez «ahí se da inicio a lo que hoy es evidente, que
determinada forma de terrorismo no prescinde de ningún medio para
su financiación: el tráfico de drogas, de armas o, incluso, de
personas se han convertido en medios de sufragar el terrorismo en
muchas partes del mundo».
Según afirmó «este fenómeno se nos ha colado por la puerta de
atrás sin que nos diésemos cuenta, porque no lo hemos querido ver o
porque desvela la ineficacia de las instituciones del estado». Por
todo, echó en falta «una política coordinada a nivel mundial para
afrontar esta realidad que es global, por lo que los mecanismos de
lucha deben estar coordinados y con una globalidad de alcance
equivalente». «Tras los atentados del 11-M se ha hecho evidente el
tiempo que se ha dejado transcurrir sin afrontar el problema»,
añadió.
«Los instrumentos del estado de derecho para luchar contra esta
realidad existen, como la Convención de Palermo, que establece las
bases para una aproximación de legislaciones y la cooperación
judicial para llegar a una represión homogénea y una coordinación
eficaz», resaltó Garzón, «pero falta la voluntad para aplicarlos
definitivamente». Dejó claro que «debemos llevar estos mecanismos
del 20 o 30% de aplicación actual a, como mínimo el 80%». En su
opinión, «se pueden atacar las causas o combatir los efectos, pero
quizá a medio o largo plazo sea más interesante el análisis de las
causas para que no repita el fenómeno en otras latitudes».
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