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El próximo martes, día 18, se cumplirá un año de la muerte de Teodor Úbeda, obispo de Mallorca durante treinta y un años, el que fue el pontificado más largo en la historia de la Isla.

Úbeda falleció a las doce y media de la mañana de aquel domingo de primavera, en la clínica Rotger, a causa de un paro cardíaco debido a la insuficiencia respiratoria que padecía desde que se le extirpara un carcinoma pulmonar apenas veintitrés días antes.

Nacido en Ontinyent (Valencia) en 1931; en 1955 se ordenó presbítero y después de unos años de ejercicio pastoral estudió Teología en la Universidad de Santo Tomás de Roma entre 1961 y 1963. Fue rector de Sant Roc de Benicalap entre 1963 y 1967, y vicario episcopal entre 1967 y 1970, fecha esta última en que fue designado obispo auxiliar de Eivissa. El 17 de febrero de 1972 fue nombrado administrador apostólico de Mallorca, sustituyendo al obispo Rafael Àlvarez, que dimitió por razones de salud. El 13 de abril de 1973 fue elegido obispo de Mallorca. Hasta 1976 estuvo al cargo de la Diócesis de Eivissa como administrador apostólico.

Su pontificado se distinguió por la aplicación del Concilio Vaticano II, promovido por el papa Juan XXIII y desarrollado entre 1962 y 1965. Úbeda animó durante su obispado la presencia misionera de sacerdotes, religiosas y seglares en Burundi y Perú y fomentó el ecumenismo, singularmente con las iglesias anglicana, luterana alemana y sueca.

Fue elegido «hijo predilecto» de su ciudad natal, Ontinyent, en 1995. Tres años después recibió la medalla de oro de Palma y en 2002 recibió la Medalla d'Or de la Comunitat Autònoma.

Don Teodor descansa actualmente en la Capella de Sant Pere de la Seu de Palma, en la que trabaja el artista mallorquín Miquel Barceló; donde fue enterrado tras un multitudinario funeral al que asistieron las principales autoridades eclesiásticas del Estado y representantes políticos de Balears.

El arzobispo de Barcelona, el cardenal Ricard Maria Carles, presidió la misa exequial de cuerpo presente, ya que fue compañero suyo de estudios en el Seminario en Valencia.

Tras el multitudinario funeral, se celebró el entierro, al que sólo asistieron la familia y los miembros del Colegio de Consultores. Pero en las jornadas previas, miles de mallorquines tuvieron ocasión de dar su último adiós al obispo en la capilla ardiente que, con los restos mortales de monseñor Úbeda, quedó abierta al público en la Sala del Mirador del Palau Episcopal de Palma desde el día siguiente de su defunción hasta la misma mañana del funeral.

A la muerte de Teodor Úbeda cesaron en sus funciones todos los vicarios episcopales y asumió la dirección de la Iglesia de Mallorca el Colegio de Consultores, órgano asesor nombrado por el obispo.

El 22 de mayo de 2003 este Colegio de Consultores nombró administrador diocesano a Andreu Genovart, último vicario general con el obispo Úbeda, quien mantuvo de forma interina el gobierno de la Diócesis de Mallorca hasta que la Santa Sede nombró al nuevo obispo titular.

Esto ocurrió el pasado 27 de diciembre, cuando Jesús Murgui Soriano, obispo auxiliar de Valencia hasta ese día, fue nombrado obispo de Mallorca. Pero no fue hasta el 21 de febrero de 2004 cuando tomó posesión de su cargo, convirtiéndose así en el obispo número 65 de Mallorca desde la cristianización de la Isla.