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Tal y como adelantamos días atrás, eFortuna está en el mar. En el muelle de la base naval de Portopí. En «Can Fortuna». Y no está solo. Queremos decir que hay cierta actividad a bordo, lo cual da qué pensar. Porque, ¿saben?, Cuenca está a algo más dos horas de Mallorca, entre carretera y vuelo, y ayer los príncipes de Asturias -que no tienen que buscar párking para dejar el coche, ni hacer cola para sacar la tarjeta de embarque- despertaron en el parador conquense, y como la intención de ambos, según se dice, es visitar algunas ciudades españolas antes de volar el jueves a Jordania, para asistir al día siguiente a la boda del heredero, ¿quién dice que una de esas ciudades no es Palma?

Por lo pronto, como les cuento, ayer había cierta actividad en el barco. Marineros y técnicos arriba, en cubierta, limpiando y revisando, y submarinistas sobre una zodiac echando un vistazo a la malla que aísla «Can Fortuna», su habitáculo. Y lo más preocupante: paparazzis en la plazoleta donde estaba la casa de Doña Pi.

Hay también otra versión, vía radio macuto, que es la que más sintonizamos los periodistas cuando no hay noticias oficiales: que estén preparando el barco para el verano, pues parece ser que no va a dar tiempo de navegar en él antes del viaje a tierras jordanas. Pero por si acaso, hay que estar al loro. Cosas más raras hemos visto.

Pedro Prieto