Tras vivir durante dos décadas en Eivissa, hace seis años que
Antonio Colinas se mudó a Salamanca, aunque sigue teniendo vínculo
fuertes con estas islas. La noticia de ser reconocido con el
Siurell de Plata de Ultima Horala recibió «con sorpresa y una gran
alegría por llegarme de unas islas muy queridas para mí, por
razones obvias», afirmó. La casualidad de que el premio coincida
con la aparición de su libro «Los días en la isla», le añade una
emoción especial, «porque son como una especie de memoria de los
muchos años que he vivido allí».
Relación con Eivissa, pero también con Mallorca, pues hace unos
años dedicó su libro «La música de los signos» al pintor Pere
Alemany. «Ahora veo las Islas con la objetividad que me da la
distancia, aunque las sigo valorando igual, porque cada año pasó el
verano en Eivissa; y siempre hay algo que renueva el afecto que
siento por Balears, porque ahora mi hijo Alejandro está trabajando
en Menorca», precisó.
Aunque siempre está al tanto de la realidad que le rodea,
Colinas cree que «el poeta tiene una mirada más ambiciosa que la
que da esa realidad tópica. No se conforma con la realidad gris, y
con su palabra va siempre, felizmente, a contra corriente de su
tiempo histórico». Lo que no significa desconexión con las causas
sociales y morales universales. «Si se ejerce con sinceridad, toda
poesía es poesía de compromiso. Hoy día la poesía ha de estar
equidistante tanto de esa visión de torre de marfil en la que a
veces nos colocan a los poetas, como de un compromiso prosaico y
fotográfico».
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