TW
0

BIEL MOLL
«Llegué el día 25 de mayo, ya han pasado dos días y todavía hay muchos ratos en que no estoy seguro de tener la cabeza encima de los hombros. Me cuesta coordinar los movimientos, como si fuera uno sonámbulo. Recuerdo especialmente la primera noche, fue un caos, no sabía exactamente dónde me encontraba. Pero con la paliza y el estrés del viaje es normal. Además, cuando aquí son las ocho de la mañana, allí son las dos de la noche. Y claro, después te encuentras que es hora de merendar y no tienes hambre».

Wilson Martínez es uno de los cincuenta y cuatro colombianos llegados el martes pasado para hacer la temporada a en el campo mallorquín. Él y cinco compañeros de viaje están empleados en s'Aubedallet, una finca de doscientas cincuenta cuarteadas de fruta y hortalisa en Vilafranca de Bonany.

Edgar ya hace tres temporadas que viene a s'Aubedallet. Este año entró el día 22 de abril y si no hay ninguna novedad se quedará hasta el mes de diciembre. En esta época del año los trabajos son transplantar melones, enfilar tomateras y sembrar hierbas medicinales.

Edgar, que es de la provincia de Libano-Tolima, una zona andina del norte del país, está acostumbrado a hacer de jornalero en el campo, pero sin tractores ni maquinaria. Explicó que «a mí el trabajo no me asusta. En Colombia voy de plantación en plantación, cuando se acaba la cosecha del café en una zona, me voy a la de las moras en otra. Y siempre así, igual con las manzanas y toda clase de fruta tropical. La única cosa es que aquí en Mallorca me tengo que acostumbrar a utilizar tecnología y sistemas para regar artificialmente, porque allí no estamos acostumbrados. La topografía es complicada y tampoco hay muchos recursos económicos. Además, como el clima es tropical siempre llueve y las cosas salen solas».