Los Siurells brillaron como de costumbre, reuniendo a manteles a
una selecta y nutrida representación del mundo de la política, la
empresa, la cultura y la vida social balear. Pero, por encima de
todo, contribuyeron a reforzar el ensamblaje de las piezas que
conforman una comunidad tomada como punto de referencia a cada
orilla del Mediterráneo. La unión hace la fuerza y los Siurells, el
pasado viernes por la noche, le ganaron el pulso a la insularidad
con un merecido reconocimiento a representantes de todo el
Archipiélago.
En esta ocasión, el escenario elegido para la entrega de los
premios fue el complejo Son Amar, que vistió sus mejores galas para
recibir a los protagonistas de la noche. Tocadas las 10, la terraza
del restaurante se había convertido en punto de encuentro de todos
los asistentes. Bajo una carpa de 50 metros, abriendo el apetito
con un exquisito aperitivo, los premiados recibieron las primeras
felicitaciones de la velada. Mientras tanto, las azafatas del Grup
Serra repartidas en los puntos de información comunicaban a los
invitados sus respectivas ubicaciones en el comedor. Como se ha
dicho al principio, la del viernes fue la noche de los reencuentros
y eso también afectó a los presentadores de la gala, Lina Pons y
Joan Carles Palos, un tándem histórico en la fiesta de los Siurells
que volvía a compartir escenario. Entrañable, según sus propias
palabras. Como en los viejos tiempos.
La fiesta se desarrollaba a buen ritmo. No podía ser de otra
manera. La profesionalidad del equipo humano de Son Amar propició
que la velada funcionara con la misma precisión de un reloj suizo.
Desde el aparcamiento hasta la cocina. El personal puso de
manifiesto su buen hacer en cada cometido. ¿Estaría el espectáculo
a la altura de las circunstancias? El público no tardaría en
averiguarlo. El aroma de la lechona abrió la boca del escenario. En
el centro, Paloma, arropada por la OK Big Band, abría su actuación
con «Solamente una vez», a la que sucederían otros clásicos de la
canción. Desde su silla, Chenoa, la última galáctica en
incorporarse a la plantilla de unos Siurells que agrupan, entre
otros muchos, a los Reyes de España, Michael Douglas, el malogrado
Peter Ustinov y Héctor Cúper, levantaba su mirada hacia la artista.
Algún tiempo atrás, antes de convertirse en una estrella, ella
también había estado ahí arriba, amenizando la noche de los
Siurells en el Casino para un auditorio a veces más pendiente del
plato que de la música. Laura lo sabía. «Lo recuerdo con cierta
nostalgia pero, por encima de todo, con respeto». Y puntualizó:
«Con mucho respeto». Quizá por ello, por saberse una privilegiada
que se ha ganado a pulso su salida del anonimato para irrumpir como
un huracán en la Champions League del espectáculo, no pudo contener
la emoción a la hora de recibir la estatuilla de manos del
presidente del Govern, Jaume Matas. A su lado, Àngel Fernández,
otro de los premiados de la noche, le ofreció un pañuelo para secar
sus lágrimas. Muy atento el gerente de la empresa Tirme. La noche
de los reencuentros tampoco podía acabar sin la tradicional
sorpresa. Después de que Pere A. Serra, presidente del Grup Serra,
modificara el guión anunciando un quinto Siurell, ahora para el
empresario Gabriel Escarrer, la guinda la pondría la llegada, poco
antes de la una de la madrugada, de los primeros ejemplares de la
edición del sábado de Ultima Hora en cuya portada,
sobre la espectacular imagen de la entrada del «Queen Mary 2» en el
Port de Palma captada por Humphrey Carter, pudieron verse
fotografiados cinco de los seis galardonados. Fue, junto a las
actuaciones del Dúo Flash y Celtic Dance, el mejor acompañamiento
para los postres y el posterior café.
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