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Platja de Palma-S'Arenal nos recibe este año con una mayor tranquilidad, que se traduce en una menor ocupación turística. Una circunstancia preocupante para el sector, cuya repercusión más positiva es la de ofrecer una imagen de mayor sosiego. Llegados al celebérrimo balneario 6, no vimos este año las «hordas» germanas dispuestas a absorber en colectividad y mediante cañas el ingente contenido de cubos de sangría dispuestos a ser vaciados una y otra vez. Una escena que llegó a ser habitual a todas horas y exportó una imagen poco recomendable para Mallorca, aunque se tratara de un hecho puntual. Tampoco el Megapark alcanza los niveles de ocupación de otros años, pese a la marcha rítmica incesante de sus «gogos» ligeras de ropa.

Ejemplo característico del «boom» de los años 60, s'Arenal prolonga su línea de edificios hoteleros y apartamentos en una faja de arena de más de cuatro kilómetros desde Can Pastilla hasta las inmediaciones del Torrent des Jueus. Una distancia que permite recorrer distintos ambientes que van del predominio del turista nacional al alemán, para llegar al de residentes en la zona de Llucmajor. Recorrido que ofrece todo un mosaico de formas de entender la diversión según las distintas culturas.

Frente a los pioneros hoteles Acapulco, reconstruido recientemente según su forma original de los años 50 aunque con acabados actuales, y Garonda, con sus agradables terrazas, observamos un turismo tranquilo que unos hectómetros más adelante adquiere un carácter más movido en la zona germana, y ya saturado al final, a medida que los edificios crecen en altura hasta el agobio. Allí, donde finaliza la playa, se encuentra una plataforma artificial a modo de solarium que limita con el Club Náutico, de donde parten golondrinas de excursiones por la bahía. Antaño, s'Arenal era un área virgen constituida por dunas y pinar que aún hoy día puede imaginarse a partir de la segunda línea y disfrutarse en toda su plenitud en el área de La Porciúncula, que alberga la mayor zona verde de la urbanización, apropiada para los amantes del medio natural y la práctica del «jogging». En esta parte trasera tambien encontramos hoteles como el Cristobal Colón, que gozan del tranquilo entorno que rodea la zona residencial de Sometimes, donde proliferan los chalets con jardín de los años 30 y 50.

Gabriel Alomar