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Como era previsible y en unas circunstancias absolutamente diferentes a las del anterior, José Luis Rodríguez Zapatero ha salido más que reforzado del último congreso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), un congreso en el que se ha evidenciado la fuerza del PSC. De hecho, se han conseguido romper las reticencias a la hora de que en la nueva Ejecutiva federal estuvieran algunos relevantes barones autonómicos del socialismo español. Al final, el catalán Jesús Montilla y el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra han obtenido plaza en la misma. La valoración de los socialistas catalanes es, por el momento, extremadamente positiva. Otro asunto muy distinto va a ser el de la reforma del Estatut o el de la financiación autonómica, aspectos en los que existen algunas sensibles diferencias entre Catalunya y Madrid.

Otra conclusión que afecta muy en especial a Balears es que el ex president del Govern y líder del PSIB, Francesc Antich, también ha salido reforzado del congreso al ser elegida Francina Armengol, del sector oficialista, para la Ejecutiva.

También es cierto que las victorias electorales, muy en especial la del 14 de marzo, que aupó a la presidencia del Gobierno a Rodríguez Zapatero, han contribuido notablemente al desarrollo de las sesiones congresuales y, por supuesto, a un nulo cuestionamiento del liderazgo del mismo. Nada que ver con lo acontecido en aquel tormentoso congreso en el que salió elegido secretario general tras un período extraño en la dirección del PSOE.

Cumplido el objetivo congresual, Rodríguez Zapatero y su partido deben centrarse ahora en las tareas de Gobierno y en afrontar los retos que se nos vienen encima, que no son pocos ni fáciles. Toca ahora cumplir con los compromisos de aquella convulsa campaña electoral y con las ilusiones que en ella se generaron. El PSOE, en estos momentos, ha dado una necesaria imagen de unidad en torno a su secretario general, que debe permitirle trabajar con tranquilidad por el interés general de todos los ciudadanos.