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En S'Illot, la llegada de la tarde invita al paseo por el borde de la playa donde se alinean los numerosos comercios turísticos que confluyen a ambos lados del torrente. Un recorrido salpicado por las pinceladas de verde que aportan los tamarindos y palmeras frente a un mar que pierde la calma de la playa en Cala Moreia para tornarse más picado a medida que llegamos al área rocosa que nos conduce hasta la vecina playa de Sa Coma.

Por el camino encontramos un animado music bar instalado en una antigua casa de veraneo original y frecuentado por la juventud de la zona, cafés, bistros, heladerías, una terraza cervecera e incluso un mesón gallego. Una oferta bastante diversificada que, sin embargo, no presenta este año la actividad de otros años, con la excepción de las terrazas del hotel Peymar en pleno paseo en primera línea de mar. Un establecimiento modernizado cuya curiosa decoración tanto a nivel cromático como por los elementos utilizados se inspira en temas del fondo marino. Desde este punto a lo lejos se divisan las luces de colores de las terrazas de tipo tropical de Sa Coma, próxima jornada de nuestra ruta.

En S'Illot durante estos meses de verano abundan los residentes mallorquines que ocupan los chalets de la zona arbolada que llega a Cala Morlanda y está constituida por grandes pinos supervivientes del bosque que sombreaba antaño este litoral y cuya presencia se ha respetado aquí hasta el punto de ocupar el centro de algunas calles.

El ambiente local predomina los fines de semana en los restaurantes de pescado sobre todo, que incluso supera al turístico. Aquí existe una amplia oferta culinaria que va desde las especialidades mallorquinas al grill, pasando por cafeterías para turistas ingleses y comida rápida. La playa también congrega de noche corrillos de jóvenes que se reúnen allí antes de ir a las discotecas y pubs, cuyos rótulos luminosos destacan al otro lado del puente, elemento arquitectónico moderno y ya emblemático de la zona.

Gabriel Alomar