999/2003. Así se conoce en la Sala Segunda del Tribunal Supremo el
recurso de casación instado por Francisco Berga y Francisco Tous,
los dos máximos responsables de la agencia de valores Brokerval, en
contra de la sentencia dictada por la Sección Primera de la
Audiencia de Palma en 2003, presidida entonces por Antoni Terrasa,
actual presidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears
(TSJB), que les condenó a una pena de seis años y nueve meses de
prisión.
«Yo no volveré a prisión», declaró Berga a los periodistas
cuando supo que había sido condenado por un tribunal que fijó las
mismas penas solicitadas por un fiscal implacable, Joan Carrau.
Diez años después de que la denuncia de tres directivos
precipitara el fin de Brokerval, una agencia de valores que contó
con clientes de alcurnia en Balears, entre ellos el ex president
del Govern, Gabriel Cañellas, el pleito sigue vivo. La instancia es
el Tribunal Supremo y la pena sobre la que debe decidirse es la de
apropiación indebida, un delito sobre el que Berga siempre se ha
mostrado en desacuerdo: «Yo retribuía a los clientes con altas
comisiones por confiarnos sus inversiones, pero de pronto, las
cosas no fueron bien pero yo no me quedé con el dinero de nadie»,
dijo Berga en su momento, un empresario que saltó a la fama en todo
el Estado al decidir huir a Panamá. Con esa acción, de la que él
está arrepentido, recordó a otro prófugo célebre: Luis Roldán, ex
director general de la Guardia Civil.
La pena de seis años y nueve meses que le impuso el tribunal de
Palma -Berga anunció que, en todo caso, sólo cumplirá 4 años y 8
meses ya que se acogerá al código penal más beneficioso para él-
impuesta por el tribunal es la misma que solicitó en el juicio el
fiscal Joan Carrau. La sentencia recogió «la especial gravedad de
los hechos» al condenar a Berga y Tous, teniendo en cuenta de que
la agencia de valores Brokerval fue intervenida por la Policía en
el verano de 1994 tras una denuncia presentada por tres altos
cargos de la empresa. Las investigaciones policiales comprobaron un
complejo entramado de empresas y particulares que habían decidido
confiar su dinero a Berga a cambio de elevadas comisiones, entre
ellas la UIB y la sociedad ISBA, participada por el Govern
balear.
También se descubrió una partida de dinero invertida por el ex
presidente del Ejecutivo balear Gabriel Cañellas, que más tarde dio
origen a otro caso judicial, «Túnel de Sóller», en el que Cañellas
fue declarado culpable de soborno, pero eludió la cárcel por la
prescripción de los hechos.
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