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PEDRO PRIETO

Desde el piso 43 del hotel Gran Bali, situado en la playa de Poniente y el hotel más alto de Europa, al que hemos subido en un ascensor de cristal exterior, no apto para personas afectadas de vértigo, se divisa la mejor vista de Benidorm, con sus dos playas con cientos de edificaciones más o menos altas, más o menos diferenciadas unas de otras, más o menos horribles. Hasta esa planta, donde están ubicadas las dos suites del establecimiento -duplex con dos habitaciones, salón y jacuzzi, entre otras virguerías, además de inmejorables panorámicas que seguramente harán más dulces los despertares, etc., cuesta 900 euros al día. Hemos subido con su director, Enrique Castell, quien nos dice que la ocupación de la primera quincena de julio está en el 70 por ciento, y que sus clientes son de todas las nacionalidades, «debido, seguramente, a que trabajamos con diversas agencias».

En cuanto al mes de agosto por el Gran Bali esperan superar las cifras de julio. «No es posible hacer una previsión, pues ese mes se caracteriza por las ventas de última hora. Pero... bueno, confiamos en llenar el hotel».
El precio de la habitación estándar en el Gran Bali, en el mes de agosto, oscila entre los 95 y los 100 euros por persona y día en régimen de pensión completa. Aunque no tiene mucho conocimiento de la oferta «todo incluido», no está muy de acuerdo con ella, y en cuanto a la ecotasa, «no la comparto; si se ha de implantar un impuesto debe ser a través de la habitación, no aparte de ella», dice.

Por lo que respecta a seguridad ciudadana, el director del Gran Bali señala que sus clientes nunca se han quejado en este aspecto. «Y ahora, en verano, en que se aumenta la vigilancia policial, menos todavía». En cuanto al tipo de turismo por el que ha apostado el Gran Bali es «por el que hay: el de masa, el de sol y playa, que mientras no venga otro es el mejor».

La bahía de Benidorm, en cuyo fondo se levanta un conglomerado de torres y edificaciones que convierten al lugar en algo único, está formada por dos playas, Levante y Poniente, separadas por un istmo. En el fondo de la de Levante se bañan los ingleses, a su derecha, madrileños y vascos, algunos de ellos con segunda residencia, y en la de Poniente casi todos son turistas de temporada, españoles en su mayoría, muchos de ellos que llegan para disfrutar del fin de semana.