Desde el piso 43 del hotel Gran Bali, situado en la playa de
Poniente y el hotel más alto de Europa, al que hemos subido en un
ascensor de cristal exterior, no apto para personas afectadas de
vértigo, se divisa la mejor vista de Benidorm, con sus dos playas
con cientos de edificaciones más o menos altas, más o menos
diferenciadas unas de otras, más o menos horribles. Hasta esa
planta, donde están ubicadas las dos suites del establecimiento
-duplex con dos habitaciones, salón y jacuzzi, entre otras
virguerías, además de inmejorables panorámicas que seguramente
harán más dulces los despertares, etc., cuesta 900 euros al día.
Hemos subido con su director, Enrique Castell, quien nos dice que
la ocupación de la primera quincena de julio está en el 70 por
ciento, y que sus clientes son de todas las nacionalidades,
«debido, seguramente, a que trabajamos con diversas agencias».
En cuanto al mes de agosto por el Gran Bali esperan superar las
cifras de julio. «No es posible hacer una previsión, pues ese mes
se caracteriza por las ventas de última hora. Pero... bueno,
confiamos en llenar el hotel».
El precio de la habitación estándar en el Gran Bali, en el mes de
agosto, oscila entre los 95 y los 100 euros por persona y día en
régimen de pensión completa. Aunque no tiene mucho conocimiento de
la oferta «todo incluido», no está muy de acuerdo con ella, y en
cuanto a la ecotasa, «no la comparto; si se ha de implantar un
impuesto debe ser a través de la habitación, no aparte de ella»,
dice.
Por lo que respecta a seguridad ciudadana, el director del Gran
Bali señala que sus clientes nunca se han quejado en este aspecto.
«Y ahora, en verano, en que se aumenta la vigilancia policial,
menos todavía». En cuanto al tipo de turismo por el que ha apostado
el Gran Bali es «por el que hay: el de masa, el de sol y playa, que
mientras no venga otro es el mejor».
La bahía de Benidorm, en cuyo fondo se levanta un conglomerado
de torres y edificaciones que convierten al lugar en algo único,
está formada por dos playas, Levante y Poniente, separadas por un
istmo. En el fondo de la de Levante se bañan los ingleses, a su
derecha, madrileños y vascos, algunos de ellos con segunda
residencia, y en la de Poniente casi todos son turistas de
temporada, españoles en su mayoría, muchos de ellos que llegan para
disfrutar del fin de semana.
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