Por lo menos esta vez va en serio, porque los ciudadanos ven que
continúa el espectacular movimiento de tierras y se empieza a ver
alguna de las construcciones subterráneas y también de superficie.
Lo que no se ve es imagen alguna en formato cartelón de cómo quiere
el Ajuntament que quede el Parc de sa Riera, al que durante
décadas, cuando tan sólo era una idea que nació a principios del
siglo pasado, se le ha venido llamando «Cuña (o Falca) verde (o
verda).
Los trabajos parece que se desarrollan con normalidad («a buen
ritmo» es el tópico periodístico que se utiliza en periodismo para
las obras públicas), por lo menos no hay nadie que, oficialmente,
diga lo contrario.
Paralelo a la calle Jesús, ya se levantan las hormigonadas
paredes y columnas de lo que serán unos aparcamientos subterráneos
con capacidad para que puedan estacionar hasta 350 coches.
Al otro lado, el cauce de sa Riera empieza a mostrar otro cauce
por mor de las máquinas que han posibilitado seguir las pautas del
proyecto sobre plano. Por ahora el torrente transcurre por entre
terraplenes sin protección, pero dejando la que parece ser
suficiente amplitud para que una inesperada torrentada no se lo
lleve todo antes de que empiece el blindaje de la ambas
riberas.
En medio queda abierta la gran explanada en donde últimamente se
instalaba, y se instalará, la feria de Ramos y en el mismo lugar en
que mucho antes estuvo el hipódromo que funcionó hasta que se
inauguró el de Son Pardo. Anteriores crónicas anunciaban que a
finales del 2004 el auditorio del nuevo parque de Palma, en el que
se interpretarán obras de teatro, conciertos y pases de
películas.
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