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A la caza del octubre rojo parecen dirimir los turistas que hoy pueblan nuestras calles más céntricas y comerciales. Y no es que quieran ver una película, sino que captan el sol con el color rojo, ese que se llevan sobre su piel al abandonar la Isla. En muchos casos es una obsesión, ya sea en julio, agosto, octubre, diciembre o enero. Es una delicia ver Palma en los primeros de otoño, como ayer sábado, luciendo ese sol de paseo, de camisa de entretiempo y de cervecita de terraza. Ya fuera el ocho para los romanos o el diez para los católicos, octubre es un mes proclive para gastar, para irse de compras y para no ir a trabajar. Aunque lo mejor será no gastar, no irse de compras y trabajar un poquito; dejemos para los turistas todo lo contrario, que para eso están.

Si los hoteleros han retrasado quince días la temporada turística, porqué no hacer lo propio nosotros, los usuarios. Vayámonos a la playa, bañémonos que todavía hay socorristas, sigamos en bermudas y en havaians y bebamos gazpacho. Unos con galletas de Inca (muy recomendable), otros simplemente bebido, pero nunca en tetra brik. Y los que tengan tiempo, que se compren la guía Trotamundos de Palma y visiten lo que ya es hora que visiten siendo de Ciutat. Si con este soleado octubre toca trabajar, pues porqué no hacerse pasar por turista el domingo; un día a la semana no hace daño.

David J. Nadal