Era el año 1992, acababa de cumplir los 18 y hacía diez días que
estaba en Cartagena (Murcia). Había ingresado como voluntario en la
Marina, se había apuntado para viajar a la Antártida a bordo del
buque «Hespérides», pero en el primer permiso que disfrutó un
accidente cambió su vida. Fue a bañarse a la Manga del Mar Menor y,
pensando que había profundidad suficiente, se lanzó de cabeza. El
golpe fue terrible. Quedó flotando, boca abajo, hasta que le
sacaron. Ingresó en el hospital, donde le diagnosticaron rotura
entre la quinta y la sexta vértebra. Tetraplejia, en pocas
palabras, lo que le suponía quedar sentado de por vida en una silla
de ruedas.
«Ingresé en el centro de parapléjicos de Toledo, donde seguí el
tratamiento durante ocho o nueve meses, hasta que me mandaron a
casa. Ahora sólo voy una o dos veces al año, lo cual es bueno, pues
le echan un vistazo a tu cuerpo, que no funciona como el de los
demás. ¿Sabes? Yo siempre digo que el no poder andar no es el gran
problema de los tetra. Éste está, por ejemplo, en los riñones.
Nosotros tenemos problemas a la hora de orinar, lo cual deriva en
infecciones y reflujos. Por estar sentados durante tanto tiempo,
nos salen escaras».
Guillermo Burguera vive en Campos, donde nació. Ha convertido su
habitación en su hábitat, pues en ella permanece durante gran parte
del día. «Ahora por las tardes voy a trabajar en el negocio de un
amigo. Mi lesión no me ha paralizado del todo las manos, que puedo
mover un poco, y así, aunque lentamente, puedo escribir en el
ordenador. También suelo salir, gracias a los amigos. Y también
viajar. Mi ilusión es ir a Australia», comenta.
Pedro Prieto
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