Era prácticamente medianoche cuando el profesor Miguel Botella
empezó a responder a las preguntas de esta entrevista, previa al
simposio «Los Enigmas de Colón». Había tenido un día muy atareado,
entre otras cosas, con el análisis, a pleno sol de Granada, de unos
huesos de la época romana recién hallados. Después, la visita de
una expedición de finlandeses lo mantuvo ocupado hasta casi
terminar el día. Cansado pero muy cordial, dejó muy claros sus
sentimientos por la tarea a él encomendada, y lo dijo en una frase
intercalada entre otras al preguntarle si se sentía un privilegiado
por el encargo: «¡Es que tuve seis días a Colón en mi
departamento!», exclamó.
-A usted le corresponde el análisis de los restos que se suponen
de Colón, su hermano Diego, y Hernando, el hijo bastardo del
descubridor que no ofrecen ninguna duda. ¿No le impresiona pensar
que puede ser una de las personas que desvele los enigmas de
Colón.
-La verdad es que Colón fue un hombre muy inteligente que hizo
lo posible, y lo consiguió, para que no se supiera su lugar de
origen. Después ha conseguido que durante siglos se mantenga vivo
el enigma del origen y el de su tumba. Existen infinitas teorías y
muy pocos documentos, que todo el mundo maneja y luego interpreta
de manera diferente.
-Entonces ¿no le preocupa que todos estos teóricos menosprecien
el dictamen final de esta investigación?
-Nosotros sólo trabajamos las evidencias. Yo sólo puedo contar
lo que los huesos me han contado, y puedo decir que los huesos
exhumados de la tumba de la Catedral de Sevilla pertenecen a un
varón. Es decir que poco o mucho ya he quitado la mitad de la
población. Era un hombre de entre 50 y 60 años, no tenía 25 ni 90,
y era medianamente fuerte. Eso son datos objetivos. Yo no entro a
discutir las diversas teorías, pero el sustrato está aquí. De todas
maneras entre esos teóricos hay gente muy honesta, como Gabriel
Verd en Mallorca y Nito Verdera en Eivissa. Pueden estar
equivocados, o no, pero en todo caso hay que elogiar su esfuerzo.
Hay que decir que Colón tenía una relación muy mediterránea.
-Se dice que les han impuesto una fecha límite, el 20 de mayo
del 2006, cuando se cumplan los 50 años de la muerte de Colón, para
entregar los resultados definitivos.
-Nadie nos ha impuesto puesto límites; sólo el cabildo de la
catedral de Sevilla lo hizo, puesto que sólo nos dio seis días para
estudiar los restos exhumados y luego hubo que devolverlos a la
Catedral. Fueron seis días muy intensos, de agotador trabajo de
noche y de día, en el que pudimos hacer cosas punteras en el mundo,
como el escáner tridimensional de cada uno de los huesos. Ahora
esos huesos están en el ordenador y podemos observarlos desde todos
los ángulos, no importa que reposen de nuevo en la hurna.
-¿Qué revelaron los huesos?
-Los de la hurna de Colón presentan señales de descarnación, lo que
acerca más a pensar que SE trata de los auténticos. También hay
muchas coincidencias entre los restos de Diego y Hernando. En
cualquier caso, esos restos exhumados en ningún momento contradicen
todo lo que se ha dicho de Colón. Pero tampoco revelan el origen,
naturalmente, con lo que por el simple análisis no se confirman las
múltiples teorías.
-¿No le perturba la investigación tanta teoría dispar?
-No, porque me dedico trabajar humildemente en mi departamento y
me centro en lo que hay. Del origen de Colón me han llegado
noticias de que era noruego, que era americano, de la Alcarria, de
Barcelona y de muchos otros sitios más. Parece que la cuna de Colón
tiene ruedas, porque va de un lado a otros según las conveniencias
regionales.
-¿No se siente un «escogido», por este encargo? ¿Ha habido
envidias?
-La verdad es que fue muy cansado, pero tuve un sentimiento
especial, porque ¡tuve a Colón seis días en mi departamento!. Y no,
no ha habido envidias, porque yo llamé a otros colegas para que
vieran y comprobaran, y la verdad es que todo fue magnífico. Entre
los de nuestra profesión no hay piques. Yo sufro por como está en
España la investigación, pero también disfruto, porque encima me
pagan. Digo que soy muy buen médico porque nunca se me ha muerto un
paciente.
-¿Es cierto que hay mucha dificultad en la investigación de los
restos del Príncipe de Viana?
-Hemos tenido que estudiar los restos de cientos de cadáveres de
personas, porque no hay que olvidar que en 1837 se produjo el
saqueo del monasterio de Poblet, se abrieron sepulturas y los
restos fueron esparcidos. Los monjes nos imponían un horario muy
estricto, y a las ocho de la tarde teníamos que dejarlo todo. En la
sepultura del Príncipe hallamos una momia, que como mínimo está
formada por dos sujetos, es decir que se hizo una recomposición
utilizando dos cadáveres. De todas maneras la primera línea de
investigación se centraba en averiguar si se trataba de un hombre,
y es un hombre.
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