Balears es una de las comunidades más avanzadas en depuración, pero hacen falta instalaciones nuevas.

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JOAN J. SERRA/TORRES BLASCO
A través de la Ley de Acompañamiento de Presupuestos de 2005, la Conselleria de Medi Ambient suprimirá la distancia mínima de dos kilómetros respecto a un núcleo urbano para la construcción de una estación depuradora de aguas residuales.

Esta distancia mínima de 2 kilómetros está fijada por un reglamento estatal de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas que data de 1961. El conseller de Medi Ambient, Jaume Font, ha declarado que «esta norma podía ser válida hace más de 40 años, cuando entró en vigor, y en territorios continentales, pero, en un territorio insular como el nuestro y en el siglo XXI, la vigilancia y el cumplimiento de este reglamento son prácticamente imposibles en Balears, sobre todo en Eivissa o Menorca».

Sin embargo, la supresión de la distancia mínima no significa que las nuevas depuradoras puedan construirse en cualquier lugar, incluso junto a un núcleo de población. Font indica que «las ubicaciones de nuevas plantas depuradoras serán determinadas por los correspondientes procedimientos de evaluación ambiental. Sólo estos estudios fijarán las distancias mínimas respecto a núcleos urbanos de manera individual, sin establecer un baremo único para todos, pero siempre respetando y teniendo en cuenta las condiciones medioambientales y el bienestar de los vecinos, sin causar perjuicios».

Para el conseller, «la realidad actual de Balears hace prácticamente inviable aplicar un reglamento estatal que se ha quedado caduco para las Islas. Hay que tener en cuenta que no sólo interviene el factor de la distancia mínima para decidir la ubicación de una depuradora. Intervienen otros factores y condicionantes, y entre unos y otros, no podríamos construir ninguna estación nueva».

Balears es una de las comunidades autónomas más avanzadas en su nivel de depuración de aguas residuales, con el objetivo de no contaminar el mar. No obstante, muchas de las depuradoras construidas años atrás se han quedado pequeñas u obsoletas. Es por ello que los diferentes ejecutivos autonómicos de los últimos años han destinado grandes inversiones a la modernización o mejora de las instalaciones existentes, pero no es suficiente. El crecimiento de determinados núcleos urbanos, especialmente los costeros de carácter turístico, obliga a construir nuevas estaciones.

Depuradoras con capacidad para atender una población de 10.000 habitantes y un tratamiento de algo menos de 2.000 metros cúbicos diarios cuestan más de dos millones de euros.