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La delegación del Fons Mallorquí de Solidaritat regresa hoy a Mallorca. Parten a media mañana desde el aeropuerto de Managua con dirección a Miami, donde, al igual que en la ida, se les tomarán las huellas digitales, se les fotografiará y se les hará pasar por el arco metálico descalzos. De ahí volarán a Madrid y luego a Palma. Según me comentaba ayer María José Rodríguez, que ha viajado a Nicaragua y El Salvador como representante del Consell de Mallorca, el domingo estuvieron en calidad de observadores internacionales en las elecciones municipales nicaragüenses. «Nos tocó la localidad de Ocotal, donde, al igual que en otras ciudades, ganó el Frente Sandinista. No hubo ningún altercado, afortunadamente». El día anterior, sábado, en dicha localidad se encontraron con el bombero mallorquín Andreu Munar, que desde hace unas semanas se encuentra en aquella zona enseñando a sus colegas nicaragüenses conocimientos diversos y estrategias.

Los mallorquines, aparte de conocer el destino que se ha dado a los fondos enviados desde la Isla a través del Fons, se han llevado alguna que otra agradable sorpresa, como por ejemplo, encontrarse en el ayuntamiento de la localidad salvadoreña de Huizúcar con un mural en el que aparecía es Pontàs. Otra de las sorpresas agradables nos la dio el alcalde de San Salvador, casado con una fiscal. Tras declararse comunista pragmático, «pues yo tengo muy claro que antes que nada está la ciudad» y confesar que vivía en un piso de cuarenta metros cuadrados, que tenía seguridad y coche oficial «por requerirlo el cargo que desempeño», admitió que San Salvador es una ciudad muy problemática, donde las pandillas, o maras, causan verdaderos estragos, sobre todo en la zona del centro donde raro es el día en que no hay un muerto, lo cual amedrenta a los turistas. Dijo también que a diario 600 salvadoreños, de la mano de los coyotes (mafiosos) tratan de entrar en EE UU como «mojados» (ilegales) y que cada día devuelven de allí alrededor de unos 60.

Pero lo más importante de todo es que regresan -regresamos- de allí habiendo aprendido a dar importancia a las cosas insignificantes, puesto que muchos de sus ciudadanos carecen de ellas.

Pedro Prieto