Según nos explicó la consellera Rosa Puig -que les estuvo dando
la bienvenida a pie de la escalerilla del avión-, ellos llaman «la
quinta isla» a la expedición de baleares que algún día -sus
antepasados, en la mayoría de los casos; ellos, en alguno-
marcharon a América a hacer las américas, porque el colectivo se
considera como una quinta isla de Balears en el extranjero. Pues
bien, la quinta isla llegó ayer en dos turnos, de mañana y tarde,
en total 72 personas, la mayoría de Argentina, unos cuantos de Cuba
y unos pocos de Uruguay y Venezuela. Y llegaron para reencontrarse
con los suyos, o para buscarlos, pues haylos que sólo tienen
referencias; otros, vía teléfono, ya han quedado con ellos. Ese
sería el caso de Inés Elena Mateu Moragues, a quien conocí en la
Casa Balear de Buenos Aires, en 2001, y que una tarde me hizo de
cicerone por el viejo Buenos Aires. Inés, que ahora esta más guapa
que entonces, piensa encontrarse con Apolonia Vallespir y «otra
gente de Montuïri con quienes contacté desde allá».
Otro grupo de baleares-cubanos procedentes de La Habana y Ciego
de Àvila, entre otros puntos, vienen también con la intención de
reencontrarse con primos, «que ya deben de estar mayores». Otro
cubano, apellidado Albertí, buscará cualquier día de estos por
Banyalbufar a sus antepasados. «Mis noticias es que viven algunos.
Allí nació mi padre». «Yo buscaré a Martina Calafat Capó», dice
otra mujer que rebusca en el bolso un número de teléfono «que es mi
contacto». Àngela Oliver, de La Habana, cuenta que «vine con mi
mamá y otra hermana a Palma en el año 32. No recuerdo dónde viví,
pero debo buscarlo. También tengo que conseguir un certificado del
Ayuntamiento de Palma con el cual se demostrará que pasé un año
aquí y, me han dicho que la Embajada española en La Habana me puede
ayudar». Tan sólo recuerda que un tío suyo, Gabriel Oliver
Pallicer, tenía una carpintería, «pero ignoro dónde». La argentina
Carmen León Alzina se abrazaba en una equina con su hija Gabriela,
que había adelantado el viaje a Palma una semana. Sus antepasados
son de Menorca, «y vamos a ver si encontramos a algunos». Andaban
también por allí Urbano, guajiro cubano jubilado, y los Bordoy,
Boncalví y Barbeito Calafat, uruguayos, que acaban de encontrar a
un primo suyo, Juan Antonio Bordoy, y a la hermana de él, Martina
Bordoy. Tiempo habrá de seguir buscando y abrazando familiares.
Pedro Prieto
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