La devoción, el respeto y el buen ambiente se hicieron notar el
sábado en la fiesta del IX aniversario de la Hermandad del Rocío de
Palma.
En torno a la junta rectora, que preside Juan Antonio Torres, se
reunieron cerca de 250 hermanos, que asistieron a la misa
concelebrada en San Juan de Àvila, presidida por el obispo de
Mallorca, Jesús Murgui, asistido por el vicario episcopal, Tomeu
Tauler; el superior de los Jesuitas, Vicente Durán, y los jesuitas
Tomás y Sebastián Feliu y Antonio Torrens. Para esta ocasión se
habilitó en la acera contigua un espacio cubierto donde los fieles
pudieron seguir la misa a través de circuito cerrado de
televisión.
Entre los asistentes a la misa estuvo la alcaldesa de Palma,
Catalina Cirer; el jefe superior de Policía, Eduardo Pérez, y el
presidente de la Casa de Andalucía, Pedro Anaya, además de
representantes de las cofradías de penitentes Cristo de los
Navegantes, Santo Tomás de Aquino, Cruz de Calatrava y Jesús del
Buen Perdón, entre otros. Leyeron la epístola la concejala María
José Frau y el presidente de la Asociación de Cofradías, Tomás
Darder, mientras que los salmos estuvieron a cargo de Juanito
Vallés.
El coro de la hermandad, dirigido por Juan Padilla, interpretó
la misa rociera. El obispo bendijo las medallas que luego impuso a
24 nuevos hermanos, destacando la pequeña Alba, de pocos meses, y
el presidente de la cofradía Jesús del Buen Perdón, Gabriel
Moragues. Tras recibir el diploma y la medalla de la hermandad, los
nuevos hermanos realizaron la protestación de fe, a modo de
juramento a su incorporación a la hermandad.
La misa concluyó con el canto de la Salve Rociera de Mallorca y
los consabidos vivas a la Virgen por parte del presidente de la
hermandad, Juan Antonio Torres.
La fiesta siguió en el restaurante Son Sunyer, donde los
hermanos presentes degustaron una exquisita cena. A los postres le
fue entregada la metopa de la Virgen al director de Ultima Hora,
Pere Comas, así como la insignia de oro de la hermandad a su
esposa, Ana Morro.
A media noche, como es tradicional, se apagaron las luces y se
entonó la Salve Rociera mallorquina (más conocida como la del
«olé») para luego dar paso a las actuaciones del coro juvenil y el
coro de la hermandad, que fueron jaleadas con muchos aplausos por
parte del público. La actuación del dúo Oxalis y el baile por
sevillanas y rumbas pusieron el punto final.
A. Estabén
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