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El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, lamentó ayer en Palma que la denuncia presentada por Eduardo Fungairiño con motivo de la aparición de su último libro haya servido de «excusa» y de «coartada» para que algún medio de comunicación haya arremetido contra él y contra los profesionales de la propia Audiencia Nacional. Garzón ofreció ayer una conferencia en la UIB invitado por la Fundación Iberostar, que, en colaboración con la propia Universitat y Sa Nostra, ha organizado un ciclo titulado «Juventud y Desarrollo Profesional».

A pesar de que el tema de la conferencia del juez era «La función pública como alternativa profesional», la polémica suscitada tras la aparición de su libro hizo que el coloquio posterior a la conferencia se centrara en ésta y en otra cuestiones.

Coartada
Con respecto a la denuncia, lamentó que haya servido de coartada, y consideró «triste y torpe» tanto la actuación del fiscal de la Audiencia Nacional como la de algunos medios de comunicación «que han atacado a la Administración de Justicia pretendiendo que me atacan a mí». Defendió la labor de los profesionales que trabajan en esta sede judicial y aseguró que no se están dando «navajazos» sino que están realizando un trabajo «con seriedad».

Por lo que respecta a la denuncia presentada contra su libro por la presunta revelación de secretos de sumario, el juez de la Audiencia Nacional señaló que no puede estar más de acuerdo con la aseveración del fiscal general del Estado de que no existen bases para esta denuncia «porque ha emitido su opinión tras ver el libro, que es un requisito básico de prudencia».

El juez ironizó sobre el «don de adivinación que tienen algunas personas», en referencia al propio Fungairiño, que fue capaz de intuir la existencia de un delito cuando el libro ni siquiera se encontraba todavía en la calle. Insistió en que la denuncia es «desacertada, prematura y un despropósito» y volvió a reiterar su convencimiento de que detrás de ella se esconden otras razones que no especificó. «Ahora el libro ya está a la vista para ver si hay algo sancionable», señaló.

El juez realizó todas estas afirmaciones en el coloquio posterior a una conferencia, en el que además le preguntaron sobre si se ve como ministro. «Ya estuve allí y salí... No, no mal parado. Fue una experiencia traumática pero muy interesante», reconoció el juez, quien incluso alabó la labor de los políticos que se toman su trabajo como un servicio público. «De los políticos se puede y se debe esperar mucho», dijo.

Garzón también se refirió a la necesidad de trabajar con vocación de servicio público en todas las materias, incluida la lucha contra el terrorismo. Se mostró convencido de que si se consiguiera desplegar todo el potencial de coordinación en esta materia, la efectividad en la lucha contra el terrorismo pasaría del 25 al 90 por ciento.

Servicio público
Para Garzón, junto con la vocación de servicio público, debe pesar la conciencia crítica de los ciudadanos para que los servidores públicos no se olviden de su auténtica función. Frente a la burocracia, apostó por la función pública.

A través de la página web de la Fundación llegó la pregunta sobre cuál había sido el sumario más complejo que le había tocado tratar. Desde un punto de vista técnico, afirmó que el más difícil de todos fue la «Operación Nécora», por la falta de mecanismos legales que existían en aquel momento para luchar contra la criminalidad organizada. Sin embargo, también reconoció que el del GAL había sido un sumario muy difícil, pero debido a otras razones muy diferentes entre las que citó las presiones recibidas.