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Un grupo de unas 50 personas, entre sherpas, guías y escaladores, se pusieron ayer a trabajar en la reparación de la pista de aterrizaje de los helicópteros. Ésta es una señal inequívoca de que ha llegado la hora de coronar la cima. Es así como de una manera tácita y ordenada el campo base del Everest activa su propio plan de emergencia. Comprometidos con el resto de expediciones, los escaladores mallorquines no sólo dieron muestra de su grado de solidaridad y participaron activamente en la tarea de puesta a punto del helipuerto, sino que también aplicaron algunos de sus conocimientos sobre la construcción de la pedra en sec. Oli y los dos Tolos (Quetglas y Calafat) arrastraron piedras de acá para allá y levantaron un pequeño marge caído a un lado de la pista.

Los trabajos de reconstrucción de la pista de aterrizaje se iniciaron a las tres y media de la tarde y se desarrollaron durante un par de horas. El escalador argentino y guía de «Mountain Mandes», Willy Benegas, fue el encargado de hacer correr la voz, reclutar a los voluntarios y dirigir la obra pública. Ésta es una semana decisiva para la mayoría de expediciones acampadas a los pies de la cascada de hielo del Khumbu. Poco a poco, los «report weather» (las previsiones meteorológicas) van señalando fechas precisas para el ataque final al techo del mundo. El 23 de mayo se perfila como uno de los días en que el grado de humedad (20%), la velocidad del viento (20 km/h) y la temperatura (-20ºC) podrían alcanzar los registros ideales para conquistar la gran pirámide de hielo resplandeciente y roca oscura estriada.

El Everest está cada día más cerca para el grupo de escaladores mallorquines: su agenda se orienta hacia la fecha mencionada, es decir, el lunes próximo ya podrían haber hecho cima. La proximidad de este hecho se refleja en el estado de ánimo de la expedición «Mallorca a dalt de tot», ya que los nervios están a flor de piel, la responsabilidad pesa y también el miedo. La ruta sur se está poniendo cada día más delicada. Y a todo eso conviene añadir el riesgo permanente de congelación en los pies o en las manos. La expedición mallorquina decidió que hoy bajaría hasta el pueblo de Lobuche, a 4.930 metros, con el fin de recuperarse y coger fuerzas para el asalto final a la cima. Desde que los británicos conquistaron por primera vez el Everest en el año 1953, las celebraciones de las grandes gestas del Himalaya se han convertido en cita obligada por los grandes cazadores de «ochomiles» de todo el mundo. El domingo pasado se celebraron las bodas de oro de la primera ascensión al Makalu (8.464 m.) y pronto, el día 28, se hará lo mismo con el Kanchenjunga (8.586 m.).

Joan Carles Palos