La presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, optó
ayer por pasar de puntillas por la crisis de Calvià, de la que tan
sólo hizo una mínima referencia en su discurso institucional con
motivo de la Diada de Mallorca. La presidenta alertó a los
presentes de que los ciudadanos rechazan ver desavenencias,
deslealtades institucionales e insultos entre políticos, así como
«lamentables» casos de transfuguismo, «comportamientos negativos
que hay que desterrar de la vida política porque nos hacen daño a
todos como ciudadanos y demócratas». Jaume Matas, presente en el
acto, aplaudió estas palabras pero eludió después pronunciarse
sobre ellas a preguntas de los periodistas. Fue la única referencia
política de un discurso institucional en el que la presidenta apeló
a la «buena gestión, el diálogo y la mallorquinidad» como
herramientas para resolver los retos a los que se enfrenta
Mallorca.
La presidenta se refirió a la reforma del Estatut y confió en
que los cambios sobre los que se está trabajando signifiquen de una
vez por todas que los mallorquines tengan en sus manos «la
capacidad de gestionar nuestros recursos para hacer lo que más nos
conviene». Munar destacó el momento «especial y transcendente» en
el que se encuentran ahora las Islas, ante la necesidad de afrontar
un modelo económico turístico, una reforma estatutaria y tal vez
una reforma de la Constitución, «cosa que hace sólo dos años era
impensable». Munar señaló que por ello es imprescindible aprovechar
esta circunstancia «si queremos profundizar en el autogobierno,
después de 28 años de democracia». Munar se refirió a los cambios
que vendrán, pero también a los que ya se han producido. «Ni la
Mallorca que recibieron es la que hemos recibido nosotros ni
tampoco la que dejaremos a nuestros hijos», destacó la presidenta.
Entre estos cambios, uno esencial es el aumento de población:
100.000 personas más en tan sólo cuatro años, «lo que permitiría
llenar cuatro veces Son Moix».
El aumento de población trae consigo nuevas necesidades de
infraestructuras, servicios sociales, escuelas, hospitales y
seguridad a las que hay que hacer frente. Pero también provoca
cambios sociales que obligan a proteger la identidad de Mallorca.
«A nadie le gusta dejar de ser quien es y a nosotros tampoco»,
recalcó. Maria Antònia Munar censuró además que Mallorca se haya
tenido que enfrentar a este notable aumento de población con unas
herramientas muy limitadas. «Sin una financiación adecuada que nos
permita invertir en los que nosotros decidamos, nunca podremos
solucionar definitivamente nuestras carencias», señaló.
Precisamente por eso la presidenta del Consell de Mallorca destacó
que es tan importante iniciar ya la reforma del Estatut, para que
se reconozca el hecho insular y la población flotante «y para que
nos permita a los mallorquines suficiente margen de autogobierno y
soberanía, incluso tributaria y fiscal, para poder tener el
bienestar y el nivel de vida que nos merecemos y que habíamos
conseguido».
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