«No hay tanta diferencia entre nación y nacionalidad histórica»,
asegura el diputado socialista por Balears y ex president del
Govern, Francesc Antich, en relación al artículo 1 del nuevo
Estatut catalán que señala que «Catalunya es una nación».
Para Francesc Antich, como para el resto de representantes
socialistas en el Congreso y el Senado, está no es la cuestión más
importante del proyecto aprobado por todos los partidos, salvo el
PP, en el Parlament de Catalunya.
Ni siquiera el senador Joaquín Bellón (más identificado con el
llamado «sector españolista») considera que el nombre que se da
Catalunya sea lo más preocupante. «El nombre es lo de menos. Nación
se puede aplicar a un país y a una región», asegura Bellón para
quien «lo más problemático será, en mi opinión, el sistema de
financiación». Su tesis, que también coincide con la del resto de
parlamentarios, es que este asunto no debe abordarse
bilateralmente.
A la diputada Bel Oliver todo este debate le parece
«apasionante» y considera que el texto saldrá mejorado tras su paso
por las Cortes. «Yo respeto que Catalunya se defina como una nación
pero debe buscarse una fórmula para que quepa en la Constitución»,
dice.
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