El Carro Triomfal cerraba la comitiva del desfile, que partió del Passeig Mallorca.

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No se sabe si la intercesión divina o el influjo de las isobaras, pero el caso es que ayer pese a todos los pronósticos, el Carro Triomfal de la Beateta inició su recorrido sin que tuviera que anularse el evento. El cambio de tiempo y la bonanza repentina animó en el último momento a bastante gente, aunque no suficiente. Algunos tramos de la calle Unió y la Plaça Joan Carles I aparecían con muchos claros en sus aceras, prueba de que mucha gente ya había descartado salir esta tarde ante los antecedentes atmosféricos de la mañana. Así y todo, a las siete en punto de la tarde abrieron el desfile dos caballos y caballeros pertenecientes a la sección montada de la Policía Local de Palma y, tras ellos, los Tambors de Cort y la Banda Municipal de la ciudad. A partir de aquí decenas de balladors, carros y carrozas.
Según fuentes de la organización, llegaron un total de 1.500 participantes venidos desde diferentes puntos de la Isla para dar cumplida cuenta de esta tradición mallorquina. El desfile transcurrió con normalidad y la marcha de la comitiva iba produciéndose de forma fluida hasta que se llegaba frente a la altura del Gran Hotel, en la Plaça Weyler. Allí se ubicaba la tarima donde estaban las autoridades. Una representación institucional encabezada por Maria Antònia Munar, presidenta del Consell de Mallorca, y sentada a su diestra la alcaldesa de la ciudad, Catalina Cirer, y a su izquierda a la vicepresidenta del CIM, Dolça Mulet. No faltó otro Carro Triomfal entre el desfile que despertó cierta confusión, sobre todo a los que no conocían que todos los años la niña que representa a La Beata cierra el desfile. La pequeña Paloma Aldeguer González, acompañada de su coro de angelets y payeses estuvo perfecta en su papel mientras que a su alrededor los niños lanzaban al público los caramelos de rigor. La aparatosidad de algunas carrozas motivó que, en algunos momentos, se temiera por la imposibilidad de giro en algunos tramos debido a la longitud del vehículo. En concreto, el «punto negro» por su estrechez era el único carril que hay habilitado en la calle Unió, frente al Teatre Principal, debido a las obras de dicho recinto. La pericia de los conductores y la ayuda de la Policía Local se unieron para que el recorrido no tuviera incidentes. El motivo de las carrozas fueron referencias a la vida del campo, tanto en las tareas de cosecha, vendimia o crianza de animales. Un jurado designaba a los ganadores de esta edición. La comitiva finalizó el recorrido en Santa Magdalena.


José A. de Haro


Foto: Serge Cases