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Ora et Labora». «El trabajo dignifica a la persona». «Nuestro padre fundador, San Benito, nos pide que demos respuesta a las necesidades del pueblo». Así se expresa sor Margalida Lliteres, superiora de las monjas Benedictinas de Manacor. En la actualidad conviven en el monasterio, en las afueras de Manacor, nueve monjas que dedican los días a trabajar, orar y descansar, ocho horas a cada cosa.

Las Benedictinas de Manacor nacieron en la capital del Llevant en 1907 como la congregación de sirvientas de la Santa Familia, los fundadores fueron dos hermanos de Manacor, el clérigo don Bartomeu Domenge y su hermana Antònia. En aquellos primeros años se dedicaban a la enseñanza, a la eucaristía y a la adoración del Santísimo. A partir del decreto «Perfectae Caritatis», del Concilio Vaticano II, se unieron a la Federación de Monjas Benedictinas de Catalunya.

Las religiosas manacorines siempre han trabajado; antes de la crisis perlera de la ciudad, eran ellas las que se dedicaban a realizar las bolsas de piel para las perlas. Después de aquella crisis, que hizo temblar la economía de la ciudad de las perlas, tuvieron que buscar soluciones ya que para ayudar a la gente hay que trabajar, por eso enfocaron su trabajo hacia la elaboración de mermeladas para empresas como Macià Batle y también para particulares.

Su ultimo proyecto nació después del 11-S, y este año ha llegado a su tercera edición. Se trata de la Pregària Intereligiosa per la Pau. De esta manera se reúnen las monjas benedictinas, con el apoyo del Ajuntament de Manacor y de su mediadora intercultural, Zohra Laaroussi, y la colaboración de otras religiones como la fe Baha'i, la tibetana o la musulmana. De este encuentro saldrá un gran proyecto con la Unesco.

J. Socies
(texto y foto)