Santa Lucía y su séquito cantaron villancicos suecos y españoles.

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Con 35 minutos de retraso sobre el horario previsto, Santa Lucía llego a la plaza de Cort acompaña de su coro. Todo porque unos manifestantes contra los explotadores de los trabajadores inmigrantes equivocaron el lugar, pues, con todos los respetos hacia ellos, esas reivindicaciones, por otra parte justas, deben hacerse frente a la Delegación de Gobierno, representante del Ejecutivo central, que es quien tiene competencias sobre inmigración, y no delante del Ajuntament. Por lo demás, nada de particular. Sólo el retraso y que los manifestantes tuvieron más público del que imaginaban.

Sara Floken encarnó anoche a Santa Lucía, tocada con corona de velas y seguida de su corte, compuesta por 25 niños. Partieron desde la Plaça Major, recorrieron a pie y cantando la calle de Colón hasta Cort, donde la aguardaba la alcaldesa Catalina Cirer y media docena de concejales.
La joven Sara Flöken, o mejor dicho Santa Lucía, que no habla castellano, en vez de hacer un parlamento pronunció una poesía en catalán. Sara, que es sueca, residente en Palma por espacio de tres meses, y que abandonará la Isla en breve, es alumna del colegio sueco y fue elegida Santa Lucía por ser la mayor de su curso.
Esta Santa Lucía palmesana, al igual que todas las Santa Lucía del mundo, cubre su cabeza con una corona de velas, (ella velas reales, además encendidas, cuya cera le dejó perdida su rubia melena), pues siendo defensora de los cristianos en la época en que los romanos mandaban en el mundo, al llevarles a estos comida en las catacumbas, y tener las dos manos ocupadas sosteniendo la bandeja de alimentos, se le ocurrió colocar sobre su cabeza una corona de velas encendidas que iluminaban su camino por tan oscuros pasadizos.

Tras la salutación por parte de Santa Lucía, los asistentes al acto tomaron eglögg, ponche a base de de vino, vodka y coñac, pastas de azafrán y galletas, muy típicas en Suecia en estas fechas del año.

Pedro Prieto