Las beneïdes de Muro son un auténtico reclamo. Sean en lunes,
martes o fin de semana, año tras año consiguen atraer la atención
de centenares de personas que poco antes de las tres y media de la
tarde ya iban tomando posiciones para tener en mejor ángulo de
visión. Algunos vecinos incluso sacaron a la calle sus sillas y una
buena manta para hacer más agradable la espera y la contemplación
del desfile, que se prolongó por espacio de más de una hora y
media.
Las beneïdes de Muro no incorporan novedades. Según cuentan los
murers, desde hace muchísimos años se celebra esta fiesta el día de
Sant Antoni y siempre ha mantenido su carácter tradicional. En esta
fiesta siempre han desfilado animales de campo y en los años
cuarenta se introdujeron las primeras carrozas. Después de la
llegada de las autoridades -encabezadas por la consellera
d'Agricultura del Govern, Margalida Moner, y el alcalde Miquel
Ramis en la plaza Comte d'Empúries- el desfile se inició con la
banda de música, los dimonis de Muro, que jugueteaban con los más
pequeños, y los gegants.
Después fue el turno de los más pequeños, que vestidos de
payeses o dimonis, llevaron a bendecir sus mascotas preferidas.
Así, no faltó la presencia de cientos de animales de compañía,
entre perros, canarios, conejos y tortugas, entre otros. Las
beneïdes continuaron con el pase y la tradicional bendición de los
rebaños de ovejas, cabras y después aparecieron los caballos. Las
carrozas pusieron el punto y final al desfile.
Carme Moreno
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