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La festividad de Sant Blai, abogado contra los males de garganta, fue celebrada ayer en muchos pueblos de Mallorca y también en Palma, concentrándose un gran número de fieles incondicionales de esta devoción en las iglesias de Santa Eulalia, Sant Nicolau y Sant Miquel. Cabe destacar que en estas parroquias palmesanas continúa perpetuándose la tradición de la bendición de alimentos -pastillas, caramelos y regaliz- y la imposición del óleo de Sant Blai, gracias a los rectores de dichas iglesias que gustan de mantener esta piadosa costumbre tan popular de la Isla.

En Santa Eulalia, a partir de las nueve de la mañana, el padre Francisco Cobo se afanó en la tarea de imponer el óleo y bendecir alimentos a cientos de fieles hasta mediodía y durante toda la tarde. Fue entre las cinco y las seis cuando se apreció la presencia de jóvenes madres que también llevaron a sus hijos, previa compra de caramelos y lo que más les gusta a ellos, que son las chucherías. En Sant Nicolau, el rector Felip Guasp, que cuida con mucho esmero los detalles de esta fiesta, bendijo el óleo y los alimentos en el altar mayor e impuso el óleo a muchos fieles en una capilla a propósito una vez acabadas la misa de la mañana y las dos de la tarde.

La devoción de San Blas está también muy arraigada en tierras de Castilla y León. Por este motivo la asociación de Àguedas Castellano-Leonesas, junto a las socias mallorquinas, encabezadas por su presidenta, Nati Conde, y la Àgueda 2006, Catalina Cañellas, celebraron una emotiva fiesta. Por la tarde, en Sant Miquel, ataviadas con sus trajes típicos, asistieron a una misa castellana que presidió el rector Josep Cabrinetti -muy concurrida, por cierto-, en la que intervino el grupo Gentes del Duero.

Amalia Estabén