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El Govern se muestra firme a la hora de valorar la crispación que la construcción de tres proyectos de carreteras ha levantado en Eivissa y que han convertido la marcha de los trabajos en toda una odisea: está provocada por «radicales», ha dicho el propio president, Jaume Matas, y no justifica un cambio de planes, ni, de momento, de plazos, por más que haya tenido lugar una masiva manifestación en contra de los proyectos y que la obstaculización de obras sea ya constante cuando hay algún fallo administrativo en la tramiación de expropiaciones. Los desdoblamientos del segundo cinturón de ronda de Eivissa, de la carretera que comunica la capital insular con Sant Antoni y la construcción de una vía alternativa para acceder al aeropuerto insular que evite el paso por el centro de la localidad de Sant Jordi se enfrentan día a día a la fuerte oposición de la plataforma ciudadana constituida para intentar frenar su ejecución. La contestación cumple su primer mes de lucha sobre el terreno, y la impresión general es que cada centímetro de obra tiene que ser ganado a pulso contra grupos de opositores, hasta que la Guardia Civil despeja la zona para que las máquinas puedan trabajar. El 26 de enero, éstos se plantaron frente a las máquinas en una finca de Sant Jordi en la que se iba a empezar a trabajar. Su justificación es que hay errores en la tramitación de la expropiación, aunque el juez no los considera suficientes como para detener las obras. A partir de ahí la cosa se desbordó, con quema de maquinaria incluida, haciendo necesario el refuerzo de grupos especiales antidisturbios desplazados expresamente desde Madrid para controlar a los opositores y permitir la continuidad de los trabajos. Esta revuelta está retrasando la marcha de los trabajos, que avanzan despacio y vigilados muy estrechamente por la «Plataforma Antiautopista», como ha sido bautizada.