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El aeropuerto de Son Bonet, un aeródromo pequeño y muy bien organizado, recibió ayer a medio centenar de niños y profesores del colegio Costa i Llobera de Pòrtol y otros tantos del Col.legi Públic de Ses Salines. Los críos de Pòrtol, de 4 y 5 años, junto a sus profesores siguieron atentamente las indicaciones de los monitores de la Fundación Aeronáutica Mallorquina que, con sus petos de seguridad correspondientes, guiaron a la numerosa, ruidosa y simpática bandada de jovencitos. Miguel y Pilar Buades y Fernando Rullán fueron los voluntarios que en el primer avión visitado enseñaron desde mascarillas de oxígeno a hebillas de los cinturones, mientras repartían los avioncitos de juguete para montar que AENA, con buen criterio, entrega a los niñitos para que tomen contacto con la aviación, aunque sea en pequeño formato plástico. Mientras un grupo atendía a Pilar, azafata virtual de un avión en tierra, otro trataba de encajar los cinturones, abrir y cerrar las mesitas y respetar las líneas rojas de la pista.

El aeropuerto tiene cuatro hangares y en uno de ellos, otro numeroso grupo, éste del Col.legi de Ses Salines, atendía las indicaciones de Biel Gomila, responsable de Aviación en el Aula que junto a una avioneta intentaba hacerse oír por los 30 adolescentes entre el ruido de las turbinas de las avionetas cercanas. El grupo de Ses Salines, de 5º y 6º cursos, unos atentos y otros despistados, esperaba turno para acercarse a otras dependencias, mientras los niñitos dejaban su vuelo imaginario para volver a tierra. Dos organizaciones que se dedican a fines didácticos compartieron un lugar emblemático en la historia de la aviación de Mallorca, cada día más cerca de convertirse en un aeródromo modelo para la aviación deportiva.

Óscar Pipkin