Los médicos, farmacéuticos, ATS y demás profesionales sanitarios
tienen la obligación de notificar toda sospecha de reacción adversa
de las que tengan conocimiento durante su práctica habitual y
enviarla lo más rápidamente posible al Centro de Farmacovigilancia
de las Islas.
De las 169 notificaciones de reacciones adversas, 15 procedieron de
hospitales y 154 fueron extrahospitalarias, la mayoría de médicos
de los centros de salud y de farmacéuticos.
El Centro de Farmacovigilancia, que depende de la Direcció
General de Farmàcia que dirige Francisca Gili, recibió en 2005 un
total de 169 notificaciones, 31 menos que en 2004 en que se
alcanzaron las 180 notificaciones de reacciones adversas a
medicamentos.
Además de las notificaciones de reacciones adversas el centro
también atendió 39 consultas técnicas en 2005; 15 en 2004 y hasta
23 consultas técnicas en 2003.
La notificación se lleva a cabo, tal y como explicó la directora
general de Farmàcia, Francisca Gili, mediante el formulario de
«tarjeta amarilla» que ha resultado ser el método más eficiente
para la identificación de los riesgos previamente desconocidos y
evaluación de la relación entre el medicamento y una reacción
adversa al fármaco que posteriormente es estudiada por una comisión
técnica.
Los objetivos de la notificación espontánea de reacciones
adversas son: Detectar reacciones adversas desconocidas o de baja
incidencia no detectadas en los ensayos clínicos. Identificar los
grupos de riesgo. Generar señales de alerta e informar a pacientes
y profesionales sanitarios en materia relativa a la seguridad de
los medicamentos.
Tal y como explica Gili la principal limitación del programa de
farmacovigilancia es la infranotificación, provocando la
disminución de la sensibilidad del programa. Entre las causas que
conducen a la no notificación de una sospecha de una reacción
adversa, según informan desde la dirección general, destaca las
dudas del notificador sobre si merece la pena notificar la
reacción, dudas en la relación causa entre reacción y fármaco,
sobrecarga de trabajo, olvido, falta de costumbre, miedo a
represalias, o no comunicación de lo que ha pasado al paciente.
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