La XXII Mostra de la Cuina Mallorquina cerró ayer sus puertas
tras nueve días en los que habrá recibido 61.500 visitantes, unos
1.500 menos que la edición anterior, el primer descenso que
registra en la historia y que la organización atribuye a la
prohibición de fumar y a los controles de alcoholemia. El gerente
del certamen, Eduardo Suárez, reconoce que esa afluencia se aleja,
además, de los 65.000 visitantes que se esperaban al principio de
esta edición del certamen, en la que ha aumentado la superficie de
feria en 125 metros cuadrados y en la que se han instalado más
mesas.
La organización atribuye este descenso de comensales tanto a la
prohibición de fumar en el recinto, como a la mayor incidencia de
los controles de alcoholemia, «pues se ha notado una disminución de
grupos de jóvenes que habitualmente visitaban la Mostra,
especialmente en los fines de semana». Suárez, no obstante, mira el
lado positivo y valora que la estancia de los miles de comensales
que acudieron a la Mostra fue este año más cómoda, así como la
circulación por el recinto y la calidad del aire que se
respiraba.
Pese a todo, las cifras de consumo han sido llamativas: 2.640
kilos de aceitunas, 1.700 litros de refrescos, 35.000 vasitos de
licores, 88.000 unidades de helados, 12.000 litros de agua, 1.800
litros de productos lácteos, 28.000 litros de cerveza, 35.000
cafés, 2.995 kilos de pan y 1.500 litros de zumo de naranja La XXII
Mostra de Cuina Mallorquina ha dado a conocer estos días la oferta
gastronómica de veinte restaurantes, tres escuelas y cinco hornos y
pastelerías de la isla y presentó las recetas de algunos cocineros
importantes en el panorama balear, como Jacinto del Valle, Toni
Piña y Tomeu Esteve.
Efe/R.D.
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