A las ocho de la mañana montamos guardia frente a la base
española ubicada en el aeropuerto de Móstar, donde -como señala el
gran cartel- conviven con tropas francesas, alemanas, italianas y
marroquíes, éstos encargados de la guardia.
A esa hora temprana ya se ve mucha actividad en la base.
Camiones y jeeps que entran y salen de ella; personal civil que
pasa los rigurosos controles; soldados en calzón corto haciendo
gimnasia.
No tarda en acercase a nosotros el vigilante Hassan para
preguntarnos qué hacemos allí. Al explicarle que estamos aguardando
la salida de soldados españoles, no nos pone ningún inconveniente.
Eso sí, nos ruega que no hagamos más fotos.
Poco antes de las nueve aparecen los nuestros, allá, en el fondo
del camino que termina en la puerta vigilada por los marroquíes.
Unos van en un jeep, en el que ondea la bandera española, y los
demás en un camión cisterna. Los seguimos a través de la larga
carretera que llega hasta Mostar. A poco de entrar en la ciudad, y
tras haber dejado a la derecha el solar donde estuvo la base
española «Mostar», desmantelada hace un par de años -o incluso
menos-, giran hacia la izquierda entrando en un recinto cercado.
Nuestro taxi nos deja a pocos metros de la entrada. Nos movemos en
taxi porque no es recomendable alquilar un coche. El seguro lo
cubre todo, excepto el robo, por lo que se deduce que se deben de
robar algunos. Y si eso sucede, del robo te responsabilizas tú. Así
que taxi, negociando antes el precio -que si no te la pueden clavar
hasta el corvejón- y ¡venga! A hacer kilómetros.
El jeep y el camión se han detenido frente a la explanada de lo
que deducimos pudiera ser un colegio. Que lo es. Exactamente es un
centro de enseñanza especial para niños y jóvenes deficientes
llamado «Los Rosales», hasta donde esos mismo militares, días
atrás, llevaron los juguetes de parte de los alumnos de los centros
Santa Mónica y Sant Josep Obrer, de Palma, y hasta donde hoy
transportan agua. Al frente del grupo está el capitán de Ingenieros
Trigoso, oficial de proyectos del CIMIC (Colaboración de proyectos
cívico militares), que creo que es la segunda vez que anda por
estos pagos.
A lo largo de la mañana averiguamos que los 90 militares de
Balears, con el capitán Iván Planas al mando, siguen en Camp Batmir
(Sarajevo), hasta donde hacemos cuentas viajar mañana, para
saludarlos al menos, y que días atrás otro grupo de soldados de las
Islas acudieron a Medjugorge, el pueblo cercano donde la Virgen
-dicen- a diario se aparece en su pequeña basílica a los miles de
peregrinos que la llenan, a llevar comida, ropa y material escolar
a una madre enferma que tiene a su cargo a 9 hijos, teniendo el más
pequeño tan solo 11 meses. Un drama, sin duda, como otros muchos
que casi a diario tratan de resolver nuestras tropas.
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