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Balears sigue ocupando el cuarto puesto a nivel nacional en cuanto al precio medio de las viviendas demandadas por los consumidores, que solicitan mayoritariamente un piso de dos habitaciones, noventa metros cuadrados y 197.000 euros de precio (casi 33 millones de pesetas), por detrás de los secularmente prohibitivos Madrid, País Vasco y Catalunya. Ocurre que en esas tres comunidades el salario medio suele ser también bastante superior al que disfrutamos aquí y, en cambio, las condiciones para adquirir una vivienda son las mismas, así que nos encontramos en franca desventaja.

Los expertos nos dicen que estemos alerta, que los tipos de interés que marca el Banco Central Europeo para el conjunto de la comunidad están subiendo y que, seguramente, subirán todavía más en los meses venideros, hasta alcanzar quizá el 3 por ciento a fin de año. Hay también quien vaticina, a rebufo de esta situación, cierta desaceleración del incremento del precio de la vivienda, aunque el presidente de la Asociación Balear de Asesores Inmobiliarios, Carlos Oliva, descarta tal posibilidad porque ve que el mercado goza de excelente salud. Y así debe de ser, en efecto, cuando el Govern ha comprometido ya casi mil quinientas hipotecas para jóvenes que compran pisos de entre treinta y cuarenta millones de pesetas, aunque también ha habido quienes superan esta cifra. Un dato sorprendente si tenemos en cuenta que los titulares son jóvenes, algunos en solitario, otros en pareja, que afrontan la compra de su primera vivienda.

Con estos datos en la mano los propietarios pueden estar tranquilos, porque tener una vivienda es garantía de negocio, mientras que quienes aspiran a serlo tendrán que dotarse de valor y de espíritu de sacrificio para alcanzar un sueño cada día más difícil.