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Hoy ocurre algo que en democracia puede y debe ser considerado como absolutamente normal, pero que en este país se convierte en noticia. Se trata de una reunión en La Moncloa del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, en un clima de distensión. El motivo del encuentro es la nueva situación política marcada por la declaración de alto el fuego etarra y el presumible inicio de negociaciones con la banda terrorista.

Tras dos años de dura oposición, en la que el Partido Popular se ha situado en contra de todas y cada una de las iniciativas del Gobierno, parece que por fin puede darse un punto de encuentro entre las cabezas visibles de los dos partidos mayoritarios de este país. Es algo esperanzador, porque ambos representan a millones de votantes y todos ellos piden a gritos la paz.

No será fácil, eso lo sabemos todos, pero un primer paso necesario es reunirse, poner sobre la mesa los distintos puntos de vista, las ideas y los deseos para hallar un punto de encuentro. La unidad de criterio no es fácil, incluso respecto a un asunto tan fundamental como es la lucha contra el terrorismo y los anhelos de paz, pero siempre habrá coincidencias y en eso hay que insistir, además, por supuesto, de contar con el apoyo imprescindible del primer partido de la oposición.

Son millones los españoles que respaldan a Mariano Rajoy y éste tiene adquirida una enorme responsabilidad hacia ellos. Conseguir la paz definitiva es todavía hoy sólo un deseo, pero Zapatero y Rajoy tienen que dar estos primeros pasos con firmeza, con espíritu de lucha y, antes que nada, unidos. Las diferencias, si las hay, deben dejarlas para más adelante. Ahora lo importante es avanzar por un camino que será, seguro, largo y difícil.