Los jóvenes disfrutaron con el 'macrobotellón' de Palma, cuatro veces más numeroso que en las citas habituales. Foto: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS

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La respuesta de los jóvenes de Palma a la convocatoria del 'macrobotellón' superó las previsiones más optimistas. A las 01.00 horas los voluntarios de Protección Civil encargados de llevar el recuento ya barajaban cifras superiores a 4.000 personas. En apenas una hora 7.000 jóvenes protagonizaban un encuentro histórico en el Passeig Marítim. La concentración fue un éxito de convocatoria y además transcurrió sin incidentes relevantes.

A pesar de que en sábados anteriores las fuerzas de seguridad manifestaron que en caso de llegar a las 5.000 personas cortarían uno o dos carriles al tráfico rodado en el Passeig Marítim, lo cierto es que con 7.000 jóvenes en el paseo no sólo no cortaron los carriles, sino que además coches celulares de la Policia Local pasaban pegados a los jóvenes para situarlos en los límites peatonales, una tarea en cierto modo infructuosa, ya que en cuanto pasaba de largo el coche policial los chicos volvían a ponerse cómodos en la carretera. Otros decidieron pasar a las glorietas intermedias del paseo para tener espacio y tranquilidad.

Desde las 23.00 horas se pudo ver en el Passeig Marítim a jóvenes cargando bolsas con bebidas. Como habían dicho a lo largo de las semanas anteriores, no iban a faltar a la cita del 'macrobotellón' de Palma.

La noche empezó a animarse enseguida. Grupos muy numerosos de jóvenes llegaban de forma incesante al 'macrobotellón', muchos ya disfrutando de la primera fiesta de la Semana Santa, otros venidos de la Part Forana. La mayoría no manifestó sentirse intimidada por la presencia policial ni por el dispositivo de seguridad tantas veces anunciado. Simplemente tenían claro que nada les echaría atrás.

En general, la noche transcurrió tranquila para todos: jóvenes y fuerzas de seguridad, que eso sí, en torno a las 04.00 horas de la mañana, sabían que llegaba el peor momento. «A medida que pasa la noche, a medida que se cargan las tintas, la probabilidad de tener algún percance grave crece», decían policía y sanitarios.

A pesar de todo, el comportamiento de los jóvenes fue, dada la condición 'alcohólica' del encuentro, ejemplar. Los jóvenes de Palma demostraron ayer que son dignos de confianza. La seguridad era la frontera que no debían franquear, lo sabían, y no lo hicieron. Tenían muy claro hasta dónde podían llegar, dónde estaba el límite en este encuentro.

Desde luego, también se vieron algunas vomitonas, asimismo a jóvenes orinando en el mar o en los árboles y entre los coches de las glorietas del paseo. Algunos cantaban como si estuvieran en alguna de las manifestaciones que suscitó la guerra de Irak, «que bote, que bote, que bote el 'botellón'».

Se vio y se olió suciedad, esto es, orina, plásticos, botellas, vasos... Sin embargo, la atención de 'las policías' estaba centrada en la seguridad. Ellos lo sabían, como sabían que el 'macrobotellón' «es una fiesta».

El Bus de Nit no paró en toda la noche. Lleno hasta la bandera, dejaba a los jóvenes en la fiesta, con una gran sonrisa. «¿Qué cara se le puede poner a uno cuando monta una juerga histórica?», comentaban.

Por sonreír, hasta los agentes de la Policia del Port de Palma sonreían; los agentes de Protección Civil también; los numerosos periodistas... Sólo la Policia Local disimulaba. En general, las fuerzas de seguridad estuvieron amables, en el peor de los casos, sólo correctas.

Los voluntarios de la Cruz Roja repartieron folletos sobre los efectos del alcohol y demás, pero sobre todo repartieron condones. «Si practicas sexo, hazlo de forma segura», decían los voluntarios, mientras los chicos cogían los preservativos y, lógicamente, también los folletos.

En toda fiesta no falta alguno que se cuela. En la del 'macrobotellón' fueron los marginados. Algunos intentaban coger alguna botellita a la que todavía le quedara algo de alcohol para apurarla.

La mayor parte de los chicos y chicas se situó a la altura del Club de Mar y el Auditorium de Palma, pero sobre todo a la altura de la discoteca Tito's, donde había «más movida». Los inmigrantes, que también se sumaron al 'botellón', aunque en menor medida, estaban situados en la zona de las 'golondrinas' del Passeig Marítim.