La primera procesión de la Semana Santa se vivió con numerosa
presencia de público en su recorrido -entre el que se encontraban
súbditos extranjeros- y participación de cofrades, que en día tan
señalado como el de ayer, Domingo de Ramos, portaron palmas y ramos
de olivo.
Antes de la salida una ambulancia tuvo que asisitir en la
iglesia de Sant Jaume a una cofrade que sufrió un desmayo. A las
seis de la tarde salió puntualmente desde Sant Jaume discurriendo
por Jaume III, Bonaire, Bisbe Campins, Rambla, Plaça Weyler y Plaça
del Mercat. Este desfile de más de tres horas de duración registró
algunos parones, que no cortes. Y ello se explica por la razón de
que ayer dos pasos procesionaron a hombros de costaleros.
Dos jinetes de la Sección Montada de la Policía Local y
Tamborers de la Sala abrieron cortejo, siguiéndoles las cofradías
Santo Cristo de s'Arenal y El Carmen del Coll d'en Rabassa. La
novedad surgió al salir la cofradía Nuestra Señora de Belén, que
hasta el viernes pasado no había comunicado, según miembros de la
junta, su participación a la Asociación de Cofradías.
A continuación siguieron por orden de antigüedad todas las
cofradías de Palma. Una de las primeras fue la de Jesús del Gran
Poder, que estrenó en Palma su paso de María Santísima de la
Concepción, que se unió a sus cofrades en la Plaça Joan Carles I,
arrancando muchos aplausos de los allí reunidos. Otros más intensos
fueron para los costaleros del paso de Nuestra Señora de las
Angustias, de la Cofradía Jesús del Buen Perdón, guiada con
personal estilo por Gaspar, su joven capataz. Esta cofradía aportó
un segundo paso, el del Buen Perdón.
Entre las cofradías más numerosas estuvo la de Santa Mónica, muy
bien estructurada, con nutrida banda juvenil y su paso, Jesús
camino de Getsemaní, que destacó por su delicada ornamentación
floral. La madre Serafina Vilanova presidió representando a la
comunidad Agustina de Palma.
Con impecable atuendo y buena formación en sus elementos desfiló
La Salle, al igual que Cruzada del Amor Divino y Santo Tomás de
Aquino, que hay que ver el auge que ha ido tomando esta cofradía,
que aportó una magnífica banda juvenil, al igual que la de Santa
Faz, también con mucha representación cofrade.
La comparecencia de La Agonía no dejó indiferente a nadie, pues
salió muy bien formada; con cruz de guía adornada con ramos de
olivo, acompañada de su especial banda de tambores, y gran
presencia de niños entre sus filas, que portaron palmas trabajadas.
Muy buena la imagen de los monaguillos de El Silencio y de La
Dolorosa, uno para cada cofrade.
Con todos sus componentes y monaguillos «santiaguiños» salió la
Cofradía de Santiago, luciendo su rico estandarte crespón negro por
la muerte de su capataz. Espectacular resultó el procesionar de su
paso La Entrada de Jesús en Jerusalén, conjunto obra de Jaume Mir,
arropado con elegante decoración floral. Como cofradía anfitriona
la presidieron el canónigo Teodor Suau y los miembros de la junta
que preside Antonio Enseñat.
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