Por primera vez en seis días, las nubes han declarado una tregua
a los expedicionarios mallorquines. Eso permitió ayer que a la
salida de Thyangboche, el cielo claro ofreciera la primera gran y
majestuosa perspectiva del macizo del Everest. El objetivo de Oli y
los dos Tolos está cada vez más cerca y eso se nota en sus
expresiones y comentarios diarios. «Qué belleza, cuando la ves así
de clara parece muy alta y muy arriba», reconoce Tolo Quetglas con
respetuosa admiración.
La expedición «Mallorca a dalt de tot. Everest 2006» llegó ayer
por la noche en medio de una espesa niebla a los pies de la gran
montaña, dominada en primer término para la pared sur del Lhotse
(8.500 m.) y la pirámide negra del Everest, que saca la nariz por
detrás. El pueblecito de Dingboche (4.400 m) fue el final de etapa
de uno de los días más emocionantes de este viaje, no sólo por las
formidables perspectivas del camino, con el omnipresente Ama Dablam
(6.800 m.), sino también por la visita al Lama de Pangboche.
Situada cerca del río Dudhkoshi, la villa de Pangboche es una de
las más visitadas por las expediciones que transitan por la región
del Solu-Khumbu. La razón no es otra que la presencia de uno de los
lamas tibetanos más venerados y respetados por los habitantes de la
región, los sherpas. Oli y los dos Tolos cumplieron con la
tradición y pidieron las bendiciones del Lama de Pangboche para su
empresa: conquistar a Sagarmatha, la diosa madre de la Tierra.
Joan Carles Palos (Everest)
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