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La tenue luz de las farolas del barrio marinero del Puig de Sant Pere y el brillo de la luna casi llena, iluminaron ayer la procesión del Cristo de Santa Cruz, que de nuevo cobró gran protagonismo por su peculiar recorrido y por la devoción que despierta esta imagen entre los vecinos de esta barriada marinera.

Quince cofradías participaron en esta procesión conocida antiguamente como «del Silencio» con una representación de sus penitentes, ya que mañana es la procesión mayor, intercalándose entre ellas tres bandas juveniles. Las que aportaron mayor número de cofrades fueron Juventud Antoniana, Santa Faz, -en sus filas se encontraba de nuevo la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer-, Montesión, La Dolorosa, y los «Creuats», que aportaron el paso La Mare de Dèu del Amor, portada por cuatro penitentes y muy bien adornada.

Finalmente salió la cofradía anfitriona de Santa Cruz, que preside Sebastián Triay, con su paso de La Dolorosa -mecanizado- acompañada de la escuadra de caballeros legionarios y detrás el Cristo de santa Cruz. La salida de estas imágenes del templo fue acogida con aplausos por el numeroso público que allí esperaba. Fue portado a hombros por los vecinos Indalecio LLull, José Riera, Toni Borrás, Baltasar Juan y Biel Riera. Al pasar por la iglesia de San Juan De Malta se pudo ver eCrist dels Boters, que la cofradía Cruzada del Amor Divino situó en el portal mayor, como viene haciendo en los últimos años.

Los vecinos del Puig de Sant Pere iluminaron sus ventanas, algunos extendieron damascos grana y otros, cumpliendo una promesa en agracecimiento a algún favor recibido, con cirios encendidos siguieron a la imagen de Cristo.

Este año el Miércoles Santo no salió el paso de la cofradía de Santa Cruz, Jesús atado a la columna, ya que según el presidente, Sebastián Triay, «se encuentra en fase de construcción una nueva peana».