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Oli y los dos Tolos ya han tomado posesión de su pequeña parcela en la llamada «ciudad de nylon», un pequeño monte en el medio del laberíntico sistema dunar de hielo y piedra desde el cual se tiene una buena perspectiva del campo base del Everest. Ya están a una altura de 5.310 metros, a los pies de la espectacular cascada de hielo del Khumbu, compartiendo un mismo sueño con otros cientos de escaladores. Hoy empezarán los preparativos para el asalto a la gran montaña.

La expedición «Mallorca a dalt del tot. Everest 2006» da hoy los primeros pasos hacia la consecución de su gran objetivo, a 8.848 metros de altura. Un primer contacto con la cascada de hielo este sábado y la tradicional ofrenda a los dioses budistas de las montañas mañana marcan la agenda de Oli y los dos Tolos en los próximos días. Ahora bien, los tres coinciden en señalar que sienten más añoranza que el año pasado. El peso de la familia y de los seres queridos se ha manifestado nuevamente como la dura carga sentimental que tendrán que llevar Oli y los dos Tolos montaña arriba. Hoy, un breve recorrido por la cascada de hielo para comprobar el estado de las escaleras y las cuerdas fijas servirá para calentar motores. El gran reto acaba de empezar para los escaladores mallorquines.

«Es como volver a casa», exclama emocionado Tolo Calafat. Sólo hace diez meses que abandonaron este lugar, después de 45 días de permanencia y un intento frustrado de coronar el techo del mundo. La llegada de los tres se produce en Jueves Santo, en medio de una larga procesión de expediciones. Mientras, el «sirdar» o jefe de los sherpas, Pasang Tsiring, despide a los siete portadores que han llevado buena parte de la media tonelada de material y que recibirán en conjunto hacia 10.500 rupias (126 euros) por 10 días de trabajo, aparte de los 60 yaks que llevaron la pesada infraestructura del campamento desde Syangboche hasta el glaciar del Khumbu.

Lo primero de todo fue revisar todo el material que habían subido los yaks y los porteadores, además de guardar los utensilios de escalada y la comida de altura. El trabajo se llevó a cabo en medio de un fuerte y gélido viento que se prolongó hasta ayer por la mañana. Todavía continúan las tareas de acondicionamiento del campo base mallorquín, pendientes de la instalación de una amplia y cómoda tienda de campaña donde pasar las horas muertas, leyendo, escuchando música o, sencillamente, conversando y planificando estrategias.

Por ahora, ninguno de los tres miembros tiene síntomas del mal de altura o fatiga. «Me encuentro en un muy buen estado físico, he entrenado mucho estos últimos meses haciendo bicicleta», reconoce Tolo Quetglas. En términos muy parecidos se manifiesta el otro Tolo (Calafat), quien al deporte del pedal y sus visitas al Olímpico para hacer escalada añade su pasión por las carreras de montaña.

En cuanto a la preparación seguida por Oli -bicicleta y montaña-, el deportista explica que se siente más fuerte mentalmente. «Creo que la experiencia pasada nos ha servido de ejemplo de lo que no tenemos que hacer. Ahora tenemos más ganas y experiencia. Como hemos dicho hasta ahora, esta vez sí».