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La larga sombra de la noche se extiende sobre la «ciudad de nylon» y sólo las farolas indican las posiciones de los distintos campamentos sobre el glaciar del Khumbu. Los expedicionarios mallorquines se preparan para reanudar hoy su actividad bajo la amenaza de fuertes nevadas. De hecho, mientras cenan, sobre los techos de la tienda comedor empiezan a golpear con insistencia pequeñas pero preocupantes bolitas blancas.

«El tiempo es la única cosa que me preocupa, porque los tres estamos en muy buena forma física», explica Tolo Calafat, quien admite que este año tiene más añoranza que el pasado. «Hay enfermedades contra las cuales no encuentras antídoto», lamenta. Aunque el otro Tolo, Quetglas, también comparte y sufre este sentimiento, con un tono más sereno recuerda que «estar relajado es la clave». Según este funcionario de Justicia, «tenemos que interpretar nuestra estancia aquí como un paréntesis de dos meses en nuestras vidas, que ya tendremos tiempo de recuperar; ahora nos toca centrarnos en nuestro trabajo». En cambio, Oli asegura no echar de menos a nadie ni a nada, porque «esta vez los seres queridos los siento más cerca». Tampoco siente ningún temor. «Con miedo no se avanza», afirma.

Ahora, el objetivo de Oli y los dos Tolos es alcanzar el campo 2, a 6.500 metros de altura, donde permanecerán hasta el sábado o el domingo. Se trata de una ascensión de poco más de mil metros por la cascada de hielo hacia el interior del Valle del Silencio. Ayer, los sherpas subieron para montar la tienda cocina y dejar en depósito las tiendas de los escaladores. Esta etapa es importante para avanzar en el proceso de aclimatación hacia los ocho mil, aunque todavía se encontrarán a 2.350 metros de desnivel de su objetivo final, la cumbre del Everest.

A pesar de la sensación de lentitud con la cual parecen sucederse los hechos, éste es el ritmo de vida ordinario en el campo base. Los escaladores mallorquines siguen sus planes según lo que se había previsto. Así, en tan solo quince días ya habrán cubierto casi la mitad del programa. La idea es que antes del día 15 de mayo todo esté preparado para un primer intento de ataque al techo del mundo. Mientras tanto, Oli y los dos Tolos aprovecharon el calor de una mañana soleada para la higiene personal.

La expedición «Mallorca a dalt de tot. Everest 2006» recibió ayer la visita de María Paz «Patxi» Ibarra y Sebastián «Pollo» Varela. Miembros de la expedición chilena en el Lhotse, estos jóvenes, ella estudiante de Educación Física y él ingeniero forestal, se han compenetrado mucho con Oli y los dos Tolos. El secreto de la buena relación entre ambos grupos lo encontramos en la amplia representación de productos baleares, como las galletas de Inca, la sobrasada de Sineu o el paté casero de cerdo de Felanitx.

A cambio, los chilenos ofrecen a Oli y los dos Tolos películas en DVD para ver en el ordenador. «Una ma renta s'altra, i ses dues sa cara», solemos decir en Mallorca. Es así como, día tras día, se va tejiendo la vida en el campo base, a partir de pequeños detalles que generan vínculos de amistad y de solidaridad. De esta manera, la «ciudad de nylon» responde con eficacia cuando las circunstancias lo requieren.

JOAN CARLES PALOS,
enviado especial al Everest