A sus 59 años, Pertemba Sherpa es una de las pocas leyendas vivientes del Himalaya. Tenía 27 años cuando hizo por primera vez cumbre en el Everest, participó como sherpa en la primera expedición americana al techo del mundo en 1963 y doce años después, el 26 de septiembre de 1975, ayudó a abrir con la expedición británica de Chris Bonington la ruta por la pared suroeste de la montaña más alta de la Tierra.
Discreto y educado, actualmente trabaja como sirdar para la empresa Asian Trekking. Ahora mismo está de jefe de los sherpas de la expedición chilena al Lhotse. Allí lo hemos encontrado y hemos hablado con él. No se trata de una entrevista, sino de una larga charla en la cual Pertemba desgrana, con su discurso pausado, la historia de la región del Solu-Khumbu durante los últimos 40 años y los cambios sufridos a raíz de la irrupción de los trekkers, al comienzo de los 70. «El turismo de montaña ha sido muy beneficioso para todos nosotros. Nos ha permitido evolucionar en la nuestra economia».
Nacido en Khumjung, fue un de los primeros estudiantes de las escuelas de primaria que creó Hillary en esta localidad, en 1961. «Le tengo el mismo respeto que a mi padrino, él nos dio la oportunidad de acceder a la educación». Pero la mala suerte quiso que no pudiera obtener una beca de estudios en Katmandú y, semillas, se puso a hacer trabajo de ayudante de cocina en Lukla, durante la construcción del aeropuerto en el año 1964.
Joan C. Palos (Everest)
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