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David McLoughlin, especialista en Psicología de la Educación y catedrático de la Universidad de Buckingham; y Carol Leather, diplomada en Magisterio, impartieron ayer la ponencia «Consecuencias emocionales derivadas del Trastorno de Dislexia en niños y adultos», en el II Congreso Nacional de Dislexia que se concluye hoy en Palma. Leather constató que el estrés intenso que sufren los niños en la escuela es el causante del 80 por ciento de los retrasos del aprendizaje, por sesgos en su capacidad de memoria y creatividad.

«El impacto del estrés en los niños disléxicos cuando afrontan el periodo escolar obligatorio o en el ámbito laboral es el causante del 80 por ciento de su retraso en el aprendizaje, fundamentalmente afecta a las habilidades relacionadas con la memoria y la creatividad». Leather expuso el caso de George, un niño «simplemente feliz hasta que, a los cinco años, no pudo adaptarse al colegio, experimentó un cambio drástico y se volvió introvertido».

«Vagos», «perezosos», «estúpidos» o «tramposos», fueron algunos de los términos que citaron los expertos al trasladar a los asistentes, muchos docentes, las experiencias de sus pacientes en los colegios y en sus casas. La figura del «maestro ciego» fue duramente analizada por estos especialistas: «Se trata del docente que no es capaz de evaluar contenidos y se queda en aspectos formales. Aquel que se ceba en los trabajos que los alumnos no pueden afrontar en lugar de abordar las vías que posibilitan la ejecución de la tarea».

En este sentido, Leather puso sobre la mesa la importancia del apoyo familiar: «La Familia es uno de los resortes más importantes en la mejora de la autoestima de los afectados», dijo.

De su trabajo con los niños disléxicos, Leather narró la importancia de los procesos de metacognición, término con el que describió la observación que hacen los propios afectados sobre sus estrategias de aprendizaje para mejorarlas. Una de ellas es la narrativa. Leather relató el caso de uno de sus pacientes, un niño que aprendió a escribir su apellido con un cuento donde cada letra jugaba un papel en la historia, aunque, especificó: «Este trabajo requiere tanta energía que, inevitablemente, afecta emocionalmente al niño, razón de más para que la familia y el colegio les motiven».