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De nuevo Balears vuelve a sonar en boca de todos y no precisamente por sus excelencias turísticas, como suele ser habitual, sino en tono de corrupción. Apenas un par de meses después del 'caso Andratx', que impactó grandemente por el despliegue efectuado por la Guardia Civil y por la relevancia de las personas imputadas, de nuevo se ven imágenes de asaltos policiales, registros de despachos, incautación de documentos, detenciones... La 'operación Relámpago' está ocupando páginas y más páginas en los periódicos y grandes espacios en los informativos de radios y televisiones. Y está creando una gran alarma social en la opinión pública, interesada en saber el alcance real de la investigación, su posible conexión con el 'caso Andratx' y la identidad de las personas imputadas o detenidas.

Podría discutirse si es necesaria tal aparatosidad policial y si es posible efectuar las mismas diligencias de otro modo, pero hay que confiar en que si la Fiscalía Anticorrupción ha puesto en marcha esta operación de gran envergadura es que tiene indicios más que suficientes.

De cualquier modo, Balears no puede seguir dando una imagen de corrupción ni de paraíso del «todo vale». Ya es hora que se ponga límite a una anómala situación en la que se daban por buenas unas operaciones muy sospechosas que permitían un enriquecimiento rápido e ilícito. El tiempo de las hábiles ingenierías financieras para burlar la ley se está acabando para todos. Algunos pagarán caras sus artimañas.

Pese a todo, tampoco debemos formarnos la imagen de una sociedad en la que cualquiera que alcance el éxito económico y social pueda ser sospechoso, pues únicamente quienes se saltan la ley -aunque sea con guante blanco- deben estar en el punto de mira.